La contaminación plástica se ha convertido en una de las mayores amenazas ambientales y sanitarias del siglo XXI. Su omnipresencia, persistencia y toxicidad afectan ecosistemas, salud humana y economías por igual. Pese a este panorama alarmante, los esfuerzos por alcanzar un tratado internacional jurídicamente vinculante para reducir la producción de plásticos siguen trabados en un complejo escenario de presiones políticas, intereses corporativos y desacuerdos diplomáticos.
Una reciente investigación científica desarrollada por equipos del Conicet, la Universidad Nacional del Litoral (UNL), el INTA y el Instituto Nacional de Limnología reveló una preocupante situación ambiental en arroyos de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. El estudio, publicado en una revista científica especializada, identificó altos niveles de contaminación por agroquímicos, efluentes cloacales e industriales en cursos de agua que desembocan en el Río Paraná.
En un contexto de creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad y la presión sobre los ecosistemas naturales, un grupo de organizaciones ambientales de renombre nacional ha llevado a la Corte Suprema de Justicia de la Nación una demanda por daño ambiental colectivo. Aves Argentinas, Fundación Vida Silvestre Argentina y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) presentaron en junio una acción judicial contra el Estado Nacional y la provincia de Santiago del Estero, con el objetivo de frenar el impacto ambiental negativo del denominado "Nuevo Canal de la Patria", una obra de infraestructura que, si bien busca garantizar el acceso al agua para comunidades humanas y sectores productivos, ha resultado letal para la fauna silvestre del Chaco Seco.
Una técnica legal pero devastadora avanza sobre uno de los biomas más biodiversos del planeta. El correntão —una cadena de acero arrastrada por tractores— destruye miles de hectáreas por día en nombre del agronegocio. Organizaciones ambientalistas, científicos y comunidades locales alertan sobre su impacto irreparable.
La guerra en Ucrania, desatada en febrero de 2022 tras la invasión rusa, ha sido escenario de innovaciones bélicas inéditas en el siglo XXI. Desde la integración masiva de drones comerciales al arsenal militar hasta la guerra electrónica de gran escala, el conflicto redefinió el concepto de campo de batalla. Sin embargo, mientras el mundo observa con atención los desplazamientos geopolíticos, una amenaza ambiental silenciosa, persistente y apenas documentada avanza a la sombra de los misiles: una nueva forma de contaminación plástica nacida del uso masivo de drones conectados por fibra óptica.
La contaminación por plásticos en los océanos se ha convertido en una de las mayores amenazas ambientales de nuestro tiempo. Cada año, millones de toneladas de residuos plásticos ingresan al ecosistema marino, afectando no solo a la fauna y flora acuática, sino también a la salud humana y al equilibrio ecológico del planeta. Frente a este panorama alarmante, un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California (USC) ha logrado un avance significativo: el desarrollo de un material biodegradable, inspirado en la naturaleza marina y capaz de desintegrarse en agua salada sin dejar residuos contaminantes.
Frente a la creciente preocupación por la contaminación de los océanos, una iniciativa nacida en Australia está dando pasos firmes hacia la solución del...
Una exconcejal presentó una denuncia contra una empresa de agroquímicos que planea instalarse en el Parque Industrial de Urdinarrain, en la provincia de Entre...
El uso de energías renovables crecióen todo el mundo, especialmente en países industrializados y emergentes. Sin embargo, aún persisten importantes desafíos, ya que muchos...