Chubut da la bienvenida a una nueva temporada de avistaje con nacimientos confirmados, monitoreos intensivos y una propuesta turística que conjuga conservación, ciencia y desarrollo local.
Cada año, cuando el otoño comienza a ceder ante los primeros fríos invernales, un fenómeno natural extraordinario se repite en el sur argentino: las ballenas francas australes (Eubalaena australis) regresan a las aguas calmas y protegidas del Golfo Nuevo, frente a la ciudad de Puerto Madryn, para iniciar su ciclo reproductivo. Este 2025 no es la excepción, y la temporada comienza con una noticia esperanzadora: el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) confirmó el primer nacimiento del año, marcando el inicio oficial de una nueva etapa en la historia compartida entre estos imponentes mamíferos marinos y los habitantes de la provincia de Chubut.
El hallazgo fue posible gracias a los programas de monitoreo que el ICB desarrolla desde hace más de medio siglo. A través de vuelos sobre la costa, observaciones terrestres y análisis de fotografías, los científicos no sólo documentan nacimientos y comportamientos, sino que también buscan identificar a los ejemplares mediante un riguroso catálogo de individuos, único en su tipo.
La madre de la cría avistada en los últimos días aún está siendo analizada. Los investigadores buscan determinar si se trata de una hembra ya registrada o si estamos ante una nueva integrante de esta población que, tras haber estado al borde de la extinción, hoy representa uno de los casos más emblemáticos de recuperación de una especie marina en Sudamérica.
Avistamientos crecientes: el Golfo Nuevo vibra con vida
La ministra de Turismo de Puerto Madryn, Cecilia Pavia, destacó el crecimiento sostenido en la cantidad de avistamientos registrados desde comienzos de mayo. “Las primeras observaciones datan de fines de abril, pero durante las últimas semanas los encuentros con ballenas se volvieron prácticamente diarios”, indicó. Este fenómeno no sólo anticipa una temporada sólida en términos turísticos, sino que también confirma que el Golfo Nuevo sigue siendo un hábitat predilecto para el desarrollo reproductivo de la especie.
Los avistajes se concentran en dos áreas clave: El Doradillo y Playa Las Canteras, ubicadas al norte de Puerto Madryn. Allí, la topografía del fondo marino y la protección natural del golfo crean condiciones ideales para el apareamiento y la crianza. En marea alta, no es raro ver ballenas adultas y sus crías a escasos metros de la costa, lo que convierte a esta región en uno de los pocos lugares del mundo donde se pueden observar cetáceos desde tierra firme sin necesidad de embarcarse.
Ciencia y conservación: el trabajo silencioso del ICB
El Instituto de Conservación de Ballenas, en conjunto con otras organizaciones como la Wildlife Conservation Society y la Universidad de Utah, ha venido desarrollando desde 1970 un programa de seguimiento individual que permite conocer la historia de vida de más de 4.000 ballenas. Esta base de datos, conocida como el Catálogo de Ballenas Francas Australes del Atlántico Sudoccidental, permite trazar los desplazamientos migratorios, tasas de natalidad y supervivencia, así como cambios en la salud de los ejemplares.
“Este año, además del seguimiento aéreo, incorporamos nuevas tecnologías como el uso de drones y cámaras térmicas para obtener datos más precisos sin interferir en el comportamiento natural de los animales”, explicó Mariana Sironi, bióloga marina del ICB. “Cada nacimiento es una buena noticia, pero también una señal de alerta para seguir atentos a los desafíos que enfrenta esta especie”.
Entre estos desafíos se encuentran la contaminación del agua, el aumento del tráfico marítimo, el cambio climático que modifica los patrones de migración y alimentación, y la presencia de parásitos como las gaviotas cocineras, que se alimentan de la piel viva de las ballenas y han sido objeto de varios estudios por su impacto negativo.
La temporada oficial: turismo, naturaleza y economía local
El Ministerio de Turismo y Áreas Protegidas de Chubut anunció que el 10 de junio se habilita oficialmente la temporada 2025 de avistamiento de ballenas, lo que representa una de las actividades turísticas más emblemáticas del calendario provincial. Las excursiones embarcadas desde Puerto Pirámides, único centro autorizado dentro del Área Natural Protegida Península Valdés, comenzarán con una promoción especial 2×1 para residentes chubutenses, válida hasta el 10 de julio.
Estas excursiones son operadas por empresas que trabajan bajo estrictas regulaciones ambientales, siguiendo protocolos internacionales para minimizar la perturbación de los cetáceos. Se exige un número limitado de embarcaciones por salida, tiempos reducidos de observación y distancia prudencial, garantizando así una experiencia de alta calidad y bajo impacto.
La temporada de ballenas genera un fuerte impulso económico en la región. Desde la gastronomía local hasta la hotelería, pasando por servicios de guías, transporte y venta de artesanías, más de 1.500 empleos directos e indirectos se ven beneficiados cada año. En 2024, según datos oficiales, el avistamiento de ballenas atrajo a más de 180.000 turistas nacionales e internacionales, consolidando a Puerto Madryn y Puerto Pirámides como referentes del ecoturismo en la Patagonia.
Naturaleza en primera fila: eventos, aperturas y celebraciones
El inicio de la temporada 2025 no sólo estará marcado por los primeros nacimientos, sino también por una serie de eventos organizados para celebrar la llegada de las gigantes del sur. Entre ellos, se destaca la inauguración de un nuevo hotel boutique en Puerto Pirámides, que ofrecerá servicios de alto nivel con una fuerte impronta de sostenibilidad.
Además, se están preparando actividades culturales, muestras fotográficas y charlas científicas abiertas al público, en el marco de un festival del avistaje responsable, que tendrá lugar el próximo fin de semana en Puerto Madryn. “Es una manera de combinar ciencia, educación ambiental y promoción turística en un mismo espacio”, aseguró Pavia.
También se lanzará una nueva edición del programa “Embajadores de la Naturaleza”, destinado a capacitar a estudiantes secundarios de Chubut como guías voluntarios para interpretar la fauna marina. Esta iniciativa busca generar conciencia sobre la biodiversidad marina y fomentar vocaciones científicas en las nuevas generaciones.
El símbolo de una Patagonia viva
Las ballenas francas australes representan mucho más que una atracción turística: son símbolo de resiliencia y recuperación. Tras haber sido cazadas intensivamente entre los siglos XIX y XX, su población logró recuperarse gracias a políticas de protección, monitoreo constante y cooperación internacional. Argentina fue uno de los primeros países en declarar la especie como protegida en 1937, y desde entonces se ha convertido en un modelo de conservación.
La UNESCO reconoció en 1999 a Península Valdés como Patrimonio Natural de la Humanidad, justamente por ser un área crítica para la reproducción de varias especies marinas, entre ellas, la ballena franca. A pesar de este estatus, los científicos alertan sobre una preocupante ralentización en el ritmo de nacimientos durante la última década, fenómeno que se atribuye a múltiples causas, desde el cambio en la disponibilidad de alimento hasta factores sanitarios aún en estudio.
“Cada cría que vemos nacer es una luz en el horizonte, pero también un llamado a seguir cuidando este ecosistema único”, afirma Sironi. “Necesitamos redoblar los esfuerzos para garantizar que las futuras generaciones puedan seguir viendo ballenas libres en nuestros mares”.
Turismo responsable: el desafío del equilibrio
El crecimiento del avistamiento como actividad turística plantea desafíos en términos de sostenibilidad. Si bien el turismo bien regulado puede ser una herramienta de conservación, su mala gestión puede generar efectos adversos, como estrés en los animales, alteración de rutas migratorias y acumulación de residuos costeros.
En este sentido, organizaciones como Fundación Patagonia Natural y el propio ICB trabajan en campañas de educación ambiental dirigidas tanto a turistas como a operadores turísticos. Se promueve la adopción del lema “Ver sin tocar, disfrutar sin perturbar”, junto con prácticas como el uso responsable de plásticos, el respeto por la fauna silvestre y el apoyo a emprendimientos locales con compromiso ecológico.
Una experiencia transformadora
Para quienes han tenido la oportunidad de estar a pocos metros de una ballena madre nadando con su cría, el recuerdo queda grabado de por vida. El sonido del soplido, la inmensidad de sus cuerpos, la mirada curiosa de las crías… todo en ese encuentro evoca la conexión profunda entre humanidad y naturaleza.
Por eso, el avistaje de ballenas en el Golfo Nuevo no es sólo una propuesta turística, sino una experiencia transformadora, que interpela nuestra forma de habitar el planeta. En tiempos de crisis climática, especies como la ballena franca nos recuerdan que todavía es posible convivir en armonía con el entorno, si se prioriza el conocimiento, el respeto y la acción colectiva.
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Más información:
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Para consultar horarios y tarifas de avistajes, visitar: www.avistajeballenas.gob.ar
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Para conocer más sobre el trabajo del ICB: www.ballenas.org.ar
