En un paso significativo hacia la mitigación del cambio climático, Brasil ha revisado al alza su meta de reducción de gases de efecto invernadero, pasando de un 59% a un 67% para 2035, según anunció el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Este nuevo objetivo, establecido en la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), toma como referencia los niveles de emisiones de 2005 y busca cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París.
La decisión de Brasil de adelantar su nueva NDC antes del plazo límite, que vence en febrero de 2025, es una señal de su intención de liderar en la lucha contra el cambio climático. El vicepresidente Geraldo Alckmin entregará el documento formal durante la COP29, que se llevará a cabo en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre. Según las proyecciones oficiales, el objetivo revisado implica reducir las emisiones a un rango de 850 a 1,050 millones de toneladas de CO₂ para 2035.
La nueva meta es un paso hacia la neutralidad climática en 2050 y se alinea con el objetivo global de limitar el calentamiento a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales. «Este compromiso permitirá a Brasil avanzar de manera sustantiva en su agenda ambiental», destaca la nota oficial del gobierno.
En 2025, Brasil será anfitrión de la próxima conferencia climática de la ONU, la COP30, que se celebrará en Belém, estado de Pará. Esta será una oportunidad para que el país sudamericano refuerce su papel en el liderazgo climático global. Belém, ubicada en la región amazónica, simboliza la importancia de la protección de los bosques tropicales en la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, no todos consideran suficientes los esfuerzos del gobierno. La organización Observatorio del Clima, que reúne a diversas entidades ambientalistas brasileñas, ha criticado la falta de transparencia en la nueva NDC y señala que el objetivo no refleja el compromiso necesario para estabilizar el calentamiento global.
Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, afirmó que los nuevos objetivos no se ajustan a las promesas previas del gobierno de Lula, particularmente en relación con la deforestación cero. Según Astrini, cumplir con dicha promesa llevaría a emisiones netas de menos de 650 millones de toneladas para 2035, una cifra más acorde con el papel de Brasil en la lucha climática global.
Astrini también señaló la ausencia de estrategias claras en áreas críticas como la deforestación y el uso de combustibles fósiles. «Brasil debe actuar con mayor transparencia si realmente pretende liderar el proceso multilateral para combatir la crisis climática», enfatizó.
Avances en la reducción de la deforestación
Pese a las críticas, el gobierno de Lula ha reportado avances significativos en la protección de la Amazonía. Esta semana, se informó de una reducción superior al 30% en la tasa de deforestación en comparación con el año anterior, marcando la mayor disminución porcentual en los últimos 15 años.
La lucha contra la deforestación es un componente clave del compromiso climático brasileño. La reducción en la pérdida de cobertura forestal no solo es crucial para la mitigación del cambio climático, sino también para la preservación de la biodiversidad y la protección de las comunidades locales.
El anuncio de Brasil llega en un momento crucial para la política climática internacional. La COP30 en Belém representará una plataforma para que el país demuestre su compromiso con los objetivos globales y responda a las críticas de los grupos ambientalistas. A medida que se acerca 2025, la efectividad de las políticas brasileñas será observada de cerca por la comunidad internacional.
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