A sólo dos meses de dejar la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajó recientemente a la Amazonía para realizar unhecho histórico: fue el primer mandatario estadounidense en funciones en visitar la selva amazónica. Junto al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, Biden anunció una serie de fondos destinados a frenar la deforestación en la región, un compromiso en la lucha contra el cambio climático que marcará el fin de su mandato. Sin embargo, esta acción parece estar enmarcada en la incertidumbre sobre el futuro ambiental de Estados Unidos, que se encuentra en la recta final de la administración demócrata.
El 20 de enero de 2025, el republicano Donald Trump asumirá nuevamente la presidencia de Estados Unidos, con un enfoque ambiental que genera preocupación global. Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura negacionista frente al cambio climático, retirando al país del Acuerdo de París y desmantelando numerosas regulaciones ambientales. Este regreso al poder ha levantado dudas sobre las políticas que implementará en relación al medio ambiente, sobre todo por la designación de figuras controvertidas en su gabinete.
Trump nombró a Lee Zeldin, excongresista republicano de Nueva York, como nuevo jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Zeldin, un firme opositor a los proyectos climáticos de Biden, defendió la flexibilización de las normas ambientales, especialmente en lo que respecta al control de las emisiones de metano. “Él establecerá nuevos estándares en materia de revisión y mantenimiento del medio ambiente que permitan a Estados Unidos crecer de forma sana y bien estructurada”, dijo Trump tras su designación.
Otro de los nombramientos polémicos es el de Elon Musk, quien encabezará el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Aunque Musk es reconocido por su liderazgo en la transición energética a través de Tesla y su empresa de paneles solares, es objeto de críticas debido a las violaciones ambientales registradas por la EPA en sus compañías.
La entrada de Trump a la Casa Blanca también podría marcar un regreso a la política climática más agresiva del pasado, como el retiro definitivo de Estados Unidos del Acuerdo de París. Trump ya anunció su intención de salir nuevamente del tratado internacional y de autorizar un aumento significativo de la exploración de petróleo y gas natural, así como reducir la financiación para la transición hacia energías renovables.
Alicia Guzmán, asesora de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), compartió esta preocupación, señalando que bajo Trump, las promesas de financiación climática de Estados Unidos se reducirán aún más. En este sentido, David Purkey, del Stockholm Environment Institute, subraya que la salida de Estados Unidos de los acuerdos internacionales podría tener un impacto profundo, debilitando el liderazgo global y reduciendo el financiamiento para iniciativas climáticas clave, como el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF).
Óscar Soria, de Common Initiative, también advirtió sobre los efectos en América Latina. La salida de Trump del Acuerdo de París podría generar un efecto cascada, incentivando a gobiernos ideológicamente alineados con su postura, como los de Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador y Nayib Bukele en El Salvador, a seguir su ejemplo. Sin embargo, Soria recordó que, durante su primer mandato, los estados subnacionales de Estados Unidos continuaron con sus compromisos climáticos, lo que demuestra que la lucha contra el cambio climático no depende únicamente del gobierno federal.
El futuro de la Amazonía y del planeta parece depender de un delicado equilibrio entre los compromisos asumidos por Biden y los posibles retrocesos que traerá consigo la administración de Trump. Con la fecha de asunción de Trump cada vez más cerca, la comunidad internacional se mantiene alerta sobre las decisiones que tomará el nuevo gobierno en un momento clave para la salud del planeta.