miércoles, julio 16, 2025
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Biofilms bacterianos y metales en las cañerías: una amenaza para la calidad del agua potable

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Un reciente estudio revela cómo el hierro y el aluminio en las tuberías contribuyen a la proliferación de microorganismos resistentes

La calidad del agua potable, un derecho humano fundamental y uno de los pilares de la salud pública global, enfrenta una amenaza silenciosa pero creciente. Un estudio científico de carácter internacional, con participación de investigadores de Mongolia, Túnez, Portugal y España, ha revelado un fenómeno inquietante: la presencia de metales como el hierro y el aluminio en las cañerías de los sistemas de distribución de agua potable puede favorecer la formación de biofilms microbianos, poniendo en riesgo la potabilidad del agua y, por ende, la salud de millones de personas.

Publicado recientemente en la revista Nature, el estudio documenta cómo estas comunidades de microorganismos, al adherirse a las superficies internas de las cañerías metálicas, encuentran un entorno propicio para su crecimiento y multiplicación. Este fenómeno no solo compromete la claridad del agua —aumentando su turbidez— sino que también facilita la aparición de bacterias peligrosas para los seres humanos, como Salmonella enterica y Pseudomonas aeruginosa, vinculadas a infecciones gastrointestinales, respiratorias y sistémicas.

En un contexto de creciente urbanización, infraestructura hídrica envejecida y efectos del cambio climático, esta problemática adquiere dimensiones preocupantes, tanto en países en desarrollo como en regiones industrializadas.

¿Qué son los biofilms y por qué representan una amenaza?

Los biofilms son comunidades de microorganismos (bacterias, hongos, algas) que se adhieren a superficies húmedas y desarrollan una matriz viscosa que los protege del entorno externo. Esta matriz actúa como una barrera que dificulta la acción de desinfectantes, antibióticos y otros mecanismos de control microbiano.

En el caso de los sistemas de distribución de agua potable, los biofilms pueden crecer en el interior de las tuberías, sobre todo cuando estas están hechas de materiales como hierro o aluminio, que interactúan químicamente con el agua. El estancamiento, la presencia de sedimentos y las variaciones de presión en las cañerías actúan como catalizadores para su formación.

Una vez establecidos, los biofilms son extremadamente difíciles de eliminar. No solo alteran las propiedades organolépticas del agua (olor, sabor, color), sino que también actúan como reservorios de bacterias patógenas. De esta forma, pueden liberar microorganismos al agua en momentos específicos, generando brotes de enfermedades.

Biofilms bacterianos y metales en las cañerías: una amenaza silenciosa para la calidad del agua potable
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Patógenos identificados

El estudio identificó dos especies bacterianas de alto riesgo: Salmonella enterica, uno de los agentes más comunes de enfermedades transmitidas por alimentos y agua, y Pseudomonas aeruginosa, una bacteria oportunista que puede causar infecciones graves, especialmente en personas inmunocomprometidas o en entornos hospitalarios.

Ambas bacterias son conocidas por su capacidad de resistir tratamientos convencionales y adaptarse a condiciones adversas, lo que las convierte en una preocupación prioritaria para organismos de salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El papel de los metales pesados en la propagación del problema

El hierro y el aluminio, si bien son materiales comúnmente utilizados en la infraestructura hídrica por su resistencia y disponibilidad, presentan características que favorecen la proliferación de biofilms. Estos metales pueden lixiviarse —es decir, liberarse— al agua con el paso del tiempo, especialmente cuando las cañerías están deterioradas, oxidadas o expuestas a variaciones de pH.

La presencia de estos metales altera el equilibrio químico del agua y genera condiciones que algunas bacterias aprovechan para anclarse y desarrollarse. A su vez, estas partículas metálicas se convierten en «anclas» para los microorganismos, que las utilizan como base para formar colonias.

Un hallazgo clave del estudio fue que los niveles de turbidez —un indicador de la cantidad de partículas en suspensión en el agua— aumentaban significativamente en cañerías con presencia de hierro y aluminio, en comparación con aquellas construidas con materiales más neutros, como el PVC o el polietileno.

Impacto en la salud pública: una amenaza silenciosa

La implicancia más directa de estos hallazgos es el riesgo para la salud pública. El consumo de agua contaminada con biofilms y bacterias resistentes puede provocar un amplio espectro de enfermedades, desde diarreas leves hasta infecciones graves. Los sectores más vulnerables —niños, adultos mayores, personas inmunocomprometidas— son los más expuestos a las consecuencias.

La resistencia microbiana asociada a los biofilms también complica los tratamientos médicos. Muchas veces, estas bacterias no responden a los antibióticos tradicionales, lo que obliga a recurrir a terapias más costosas y prolongadas, con mayor riesgo de efectos adversos.

Además, los biofilms pueden llegar a colonizar sistemas hospitalarios, unidades de diálisis, quirófanos y otros entornos donde la pureza del agua es esencial. Esto multiplica su capacidad de daño y pone en jaque los protocolos de prevención en salud.

Biofilms bacterianos y metales en las cañerías: una amenaza silenciosa para la calidad del agua potable
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Brotes documentados en contextos urbanos

Aunque el estudio se centró en los aspectos microbiológicos y fisicoquímicos del fenómeno, su conexión con brotes de enfermedades es bien conocida en la literatura científica. En varias ciudades del mundo, se han documentado brotes de gastroenteritis, fiebre tifoidea o infecciones nosocomiales vinculadas a problemas en la calidad del agua potable.

En 2022, por ejemplo, un brote de Pseudomonas en un hospital del sur de Europa obligó a cerrar temporalmente unidades de cuidados intensivos. Las investigaciones posteriores apuntaron a la presencia de biofilms en el sistema de distribución de agua como posible causa. Casos similares se han reportado en países de América Latina, Asia y África.

Medidas sugeridas por los expertos

Los investigadores responsables del estudio publicado en Nature recomiendan una serie de medidas preventivas y correctivas para abordar esta problemática de manera integral:

  1. Reemplazo progresivo de cañerías metálicas: Aunque no es viable hacerlo de inmediato en todos los sistemas, el cambio hacia materiales plásticos resistentes, como PVC, CPVC o polietileno de alta densidad (HDPE), es considerado una estrategia clave. Estos materiales tienen menor propensión a la formación de biofilms y no liberan metales al agua.

  2. Diseño de redes hidráulicas sin puntos muertos: El estancamiento prolongado del agua favorece el crecimiento microbiano. Rediseñar los sistemas para evitar zonas donde el agua no circule adecuadamente es esencial.

  3. Monitoreo permanente de la calidad del agua: Se sugiere intensificar los controles microbiológicos y fisicoquímicos del agua en distintos puntos de la red. La detección temprana de turbidez, metales o coliformes permite actuar antes de que se desate un brote.

  4. Desinfección más eficiente: En presencia de biofilms, los tratamientos convencionales con cloro pueden no ser suficientes. Se estudia el uso combinado de luz ultravioleta, ozono y otras tecnologías avanzadas para eliminar comunidades resistentes.

  5. Educación y capacitación técnica: El mantenimiento de las redes, la identificación de problemas y la respuesta a eventos críticos requieren personal capacitado. Invertir en formación técnica es una medida de largo plazo que mejora la resiliencia del sistema.

  6. Revisión de normativas de construcción: Muchos países aún permiten el uso de materiales que hoy se sabe están asociados a la proliferación microbiana. Una actualización de los códigos de edificación e infraestructura hídrica podría prevenir futuros problemas.

Perspectivas globales: ¿un problema universal?

La problemática no distingue fronteras. Tanto en ciudades desarrolladas con infraestructuras antiguas, como en zonas rurales donde el acceso al agua potable es limitado, el fenómeno de los biofilms y la presencia de metales pesados puede encontrarse con facilidad.

En América Latina, por ejemplo, muchas redes de agua datan de mediados del siglo XX y utilizan cañerías de hierro galvanizado, cobre o incluso plomo. En África y Asia, los desafíos son aún mayores, debido a la precariedad en el acceso y la falta de controles regulares.

Organismos internacionales como la OMS y UNICEF han advertido sobre la necesidad de inversiones urgentes en agua, saneamiento e higiene (WASH) como condición para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente el ODS 6: Agua limpia y saneamiento para todos.

Biofilms bacterianos y metales en las cañerías: una amenaza silenciosa para la calidad del agua potable
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Un llamado a la acción multisectorial

El estudio científico que advierte sobre los efectos del hierro y el aluminio en las cañerías de agua potable representa más que una alerta técnica. Es un llamado a la acción urgente para gobiernos, empresas, instituciones de salud, ingenieros, urbanistas y ciudadanos.

Asegurar agua limpia, segura y libre de contaminantes es una responsabilidad compartida, pero requiere voluntad política, recursos sostenidos y decisiones basadas en evidencia. La transformación de las infraestructuras urbanas, aunque costosa, es ineludible si se quiere prevenir futuras crisis sanitarias.

En un mundo donde el acceso al agua potable sigue siendo un privilegio para muchos y una promesa incumplida para otros, cuidar la calidad de ese recurso esencial es una tarea que no puede postergarse. Porque como bien señalan los investigadores: “el agua es vida, pero solo si es segura”.

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