El Coludito de los pinos (Leptasthenura setaria) es un pájaro muy llamativo y peculiar, que pertenece a la familia de los Furnáridos, siendo la única especie de su género que habita en Misiones, de las cinco que se encuentran en la Argentina. Su distribución geográfica está restringida al Bosque Atlántico, habitando de este modo el sudeste de Brasil, y en nuestro país, en el centro y norte de la provincia. Su supuesta presencia en Paraguay, propuesta en la década de los ´90 nunca fue comprobada ni documentada.
A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.
En esta oportunidad, te contamos sobre el “Coludito de los pinos”, un ave de pequeño tamaño, su longitud es de aproximadamente 17 a 19 cm de los cuales dos tercios corresponden a su larga y llamativa cola.
Macho y hembra son similares, y peso estimado es de unos 11 gr. Su plumaje, aunque de tonos oscuros, es llamativo. En la cabeza, de color pardo muy oscuro o negro, luce una larga ceja y estrías o rayitas blancas, destacándose además un notable y eréctil copete negro también rayado de blanco. La garganta y un amplio babero que llega hasta el pecho se ven blancuzcos con un fino estriado pardo.
El resto de las partes ventrales son de tono acanelado. Las partes dorsales, incluyendo alas y cola, son bien rufas. Esta última, llamativamente larga y escalonada, termina en notables puntas. Su pico es fino y corto, de color oscuro con la base de la mandíbula más clara. Los tarsos y dedos son verde grisáceo. El iris es pardo. Los juveniles se ven menos contrastados, más pardos y sin el notable estriado blanco de la cabeza y copete.
Foto: Martjan Lammertink
La Araucaria o Pino Paraná, su hábitat en peligro
La particular singularidad de este pájaro, es su estrecha vinculación a los bosques nativos de Araucaria o Pino Paraná (Araucaria angustifolia), de cuyos árboles rara vez sale. De este modo vive en el dosel de estos colosos de la selva, llegando hasta los 30 m de altura o más, por lo que su observación puede resultar dificultosa en ese estrato.
De comportamiento poco gregario pero muy activo, suele observarse en parejas o pequeños grupos de hasta cuatro individuos, que recorren ágilmente el follaje denso adoptando distinta posturas corporales. Su voz es muy característica y permite ubicarlo a la distancia, aun sin verlo. Consiste en un trino agudo y descendente que acelera sobre el final de la estrofa, sonando como un ti..ti..ti..tiriniiiii. Se alimenta básicamente de insectos y sus larvas, incluyendo también arácnidos que captura entre el follaje.
Su historia natural en particular y su reproducción en general, son muy pocos conocidas aún. Solo se tiene referencias de un par de nidos observados en Brasil, a considerable altura del suelo en ramas altas de las Araucarias, y que consistían en estructuras esféricas, cerradas de pequeño tamaño, unos 8 cm de diámetro construidas con materiales vegetales suaves y flexibles, y musgos.
Durante bastante tiempo se lo considero exclusivo de los relictos nativos de Araucaria en el extremo nordeste de la provincia. Estos bosques sufrieron durante décadas una explotación y tala sistemática, que redujeron su distribución natural. De este modo y aunque no se clasificó al Coludito de los pinos, como una especie amenazada de extinción a nivel global, si se la considera “cercana a la amenaza”.
En nuestro país está catalogada como especie “Amenazada”. Su presencia es frecuente en los Parques Provinciales de la Araucaria, Cruce Caballero y Piñalito, Reserva de Biosfera Yabotí, Reserva Natural Estricta San Antonio y en la Reserva Privada Curindy.
Foto: Marcelo Wioneczak
En las últimas décadas se ha ampliado la distribución conocida de este Coludito, dado que se lo ha registrado y en número significativos, en forestaciones o plantaciones implantadas de la Araucaria, incluyendo también pequeños parches o grupos de árboles de crecimiento espontáneo. Su potencial colonización de áreas implantadas con esta conífera, incluso en plantaciones de escasa superficie y de algunos años de crecimiento, permite suponer que la especie además de adaptarse, ha podido incluso expandir su distribución conocida anteriormente, como ha sido documentado para zonas urbanas y suburbanas del centro y este misionero.
Aún así su dependencia total de una única especie arbórea, espontánea o cultivada, la sigue dejando en una posición de vulnerabilidad en su estado de conservación. Quizás, algunas pautas de buen manejo forestal para estas plantaciones implantadas y bajo producción, podrían contribuir significativamente a su conservación y supervivencia.
Por Damián Lozano y Alejandro Di Giácomo / Aves Argentinas
Foto de portada: Sergio Moya