jueves, enero 23, 2025
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Advierten sobre los riesgos del consumo de carne de animales silvestres: “Esto aumenta el riesgo de futuras zoonosis”

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La caza furtiva de animales silvestres sigue siendo una práctica arraigada en diversas comunidades de Misiones, a pesar de estar prohibida por la ley. En respuesta a esta problemática, el Ministerio de Ecología de la provincia lanzó la campaña “En Misiones NO se caza”, con el objetivo de concientizar a la población sobre los riesgos que implica esta actividad tanto para la biodiversidad local como para la salud humana.


Uno de los focos de la campaña es el consumo de carne de animales silvestres, que genera un doble riesgo. Por un lado, el daño ecológico es evidente: muchas especies que aún habitan la región, como el tapir, el pecarí, el venado y los roedores de mediano porte como las pacas y agutíes, están en peligro de extinción o en un estado vulnerable debido a la caza indiscriminada. Por otro lado, la ingesta de carne proveniente de animales cazados en la selva no solo compromete el equilibrio de los ecosistemas, sino que también pone en riesgo la salud humana al facilitar la transmisión de enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten de animales a humanos.

El riesgo de enfermedades zoonóticas

La magister en Bioquímica Katherina Vizcaychipi, directora técnica del Laboratorio de Análisis Integral del Instituto Misionero de Biodiversidad e investigadora adjunta del Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMeT), explicó que el consumo de carne de animales silvestres presenta una amenaza sanitaria de gran magnitud. Si bien las enfermedades zoonóticas han existido históricamente, en las últimas décadas se ha incrementado el número de enfermedades emergentes provenientes de la fauna silvestre. De hecho, más del 70% de las enfermedades infecciosas emergentes zoonóticas tienen su origen en el contacto con animales silvestres.

“Las especies silvestres son reservorios de patógenos que no afectan a los animales, pero pueden ser letales para los humanos”, explicó Vizcaychipi. Esta situación se debe a que las personas, al consumir carne de animales cazados, están expuestas a enfermedades que no tienen inmunidad previa. “El ser humano no tiene defensas naturales contra muchos de los virus y bacterias que circulan entre los animales silvestres, lo que aumenta la vulnerabilidad frente a estas infecciones”, agregó la investigadora.

El botulismo, una enfermedad causada por una potente toxina bacteriana, fue la causa de un trágico incidente en 2022, cuando tres integrantes de una familia de Comandante Andresito murieron tras consumir un chacinado realizado con carne de un animal silvestre, presumiblemente un venado. La toxina botulínica, que se encuentra en ambientes como el suelo y el agua, puede estar presente en la carne de animales infectados, y su ingestión puede resultar fatal.

Pero el botulismo no es la única enfermedad vinculada al consumo de carne silvestre. Otras zoonosis comunes en la región son la brucelosis, transmitida por bacterias del género Brucella presentes en cerdos salvajes, y la leptospirosis, que se transmite por contacto con fluidos corporales de animales infectados. Ambas enfermedades pueden ser adquiridas al ingerir carne contaminada o al manipular tejidos sin protección adecuada.

A su vez, el consumo de carne de animales silvestres también expone a las personas a la toxocariosis, la equinococosis neotropical y la tuberculosis. La toxocariosis, que es causada por parásitos del género Toxocara, puede ser contraída al comer carne mal cocida de animales que han sido hospedadores de estos parásitos. La equinococosis, por su parte, es provocada por los parásitos Echinococcus vogeli y Echinococcus oligarthra, que se encuentran en roedores como la paca, y la tuberculosis, transmitida por Mycobacterium bovis, puede contagiarse al consumir carne de mamíferos infectados.

 

Los efectos ecológicos de la caza furtiva

 

Además de los riesgos para la salud humana, la caza furtiva de animales silvestres genera daños irreparables en los ecosistemas de la región. La caza indiscriminada de especies vulnerables, como el tapir y el venado, pone en peligro la supervivencia de estos animales y afecta el equilibrio ecológico de la selva misionera. La desaparición de estos mamíferos, que son cruciales para el mantenimiento de los ecosistemas locales, podría alterar la dinámica de los hábitats que ocupan, afectando a otras especies que dependen de ellos.

La presión de la caza ilegal también tiene efectos negativos en las poblaciones de roedores y aves, que, al perder sus predadores naturales, pueden experimentar un aumento en su número, alterando las interacciones dentro de la cadena alimentaria. La pérdida de biodiversidad puede llevar a la destabilización de los ecosistemas, afectando a plantas, insectos y otros animales que dependen de un equilibrio natural para sobrevivir.

Ante esta problemática, el Ministerio de Ecología de Misiones lanzó diversas acciones para erradicar la caza ilegal y fomentar la conservación de la biodiversidad. La campaña «En Misiones NO se caza» se enfoca en generar conciencia sobre los riesgos sanitarios y ecológicos, y está acompañada por talleres comunitarios y charlas informativas en comunidades rurales. Estos espacios buscan educar a los habitantes de la provincia sobre la importancia de conservar las especies autóctonas y los peligros que implica el consumo de carne de animales silvestres.

En algunas localidades, la caza ha sido históricamente una fuente importante de proteínas, especialmente en comunidades rurales donde el acceso a alimentos es limitado. Sin embargo, la campaña también está promoviendo alternativas sostenibles de alimentación, que no solo son más seguras para la salud humana, sino que también protegen a la fauna local. “Es esencial cambiar el enfoque cultural hacia la caza y fomentar prácticas que aseguren la conservación de las especies”, señaló Vizcaychipi.

En las charlas y talleres, se está enseñando a las comunidades rurales sobre la importancia de no cazar y cómo preservar las especies de la región. A su vez, se está impulsando el uso de medidas preventivas en el hogar, como la desparacitación y vacunación de las mascotas, para evitar que los parásitos y patógenos de la fauna silvestre sean transmitidos a los animales domésticos y a las personas.

“Los cambios de hábitos son posibles. Lo estamos viendo en los cambios de mentalidad de algunas comunidades, que ahora entienden que cazar para preservar y prevenir es lo más beneficioso para la salud humana y para el medio ambiente”, comentó la investigadora.

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