En los rincones más densos de la selva misionera, donde la humedad y la biodiversidad se entrelazan como raíces de un mismo ecosistema, Sergio Moya logró captar a un yaguareté.
Con más de 13.000 seguidores en Instagram y una comunidad de más de 4.000 suscriptores en YouTube, su proyecto “Divulgando La Selva Misionera” se ha transformado en una herramienta poderosa de educación ambiental, inspiración fotográfica y activismo silencioso, que día tras día gana relevancia tanto en el ámbito local como entre los amantes de la naturaleza de todo el país.
Del anonimato a la cámara: el nacimiento de un divulgador ambiental
sergio.moya.selva no comenzó su camino en el mundo de las redes como influencer tradicional. No lo impulsa la estética por la estética, ni la búsqueda de “likes” fáciles. Su objetivo es claro: generar conciencia sobre la riqueza de la biodiversidad que habita Misiones, una de las provincias más biodiversas de Argentina y de Sudamérica, y lo hace a través de imágenes auténticas, relatos emotivos y un profundo respeto por la naturaleza.

En sus tiempos libres, se adentra en los montes, muchas veces solo, con su cámara, su mochila y una expectativa abierta: “lo que la selva quiera mostrarme”. Y de esas experiencias surgen postales únicas: tucanes alzando vuelo en la penumbra, ocelotes cruzando senderos, pavas de monte observando con recelo desde las alturas y, como en su más reciente hazaña, un majestuoso yaguareté nadando en el río Urugua-í.
Un encuentro extraordinario: el día que la selva le regaló un yaguareté
No todos los días se tiene la oportunidad de presenciar al gran felino sudamericano en libertad. Menos aún verlo nadando, en su estado más puro, sin cercos ni restricciones. Pero eso fue exactamente lo que le ocurrió a Moya y lo que conmocionó a sus seguidores. Su relato, compartido en sus redes, no solo fue viral: fue un testimonio del poder que tiene la paciencia y la conexión con la naturaleza.
“Hace unos días tuve una experiencia hermosa en la selva, otra más, otro regalo. Ese día nos íbamos a ir a Yabotí, pero decidimos probar una última oportunidad de ver a las Yacutingas en el Parque Provincial Urugua-í. Así que hicimos cambio de planes y fuimos, aunque sea un ratito”, comienza relatando con emoción.
Sergio y su compañera eligieron un sitio estratégico dentro del parque, se sentaron a esperar, sin apuros, confiando en que la selva siempre tiene algo para mostrar. “Alrededor de las 15 horas, mientras escuchábamos cantar un batará copetón muy cerca y esperábamos verlo salir del tacuaral, lo que en realidad apareció fue otra cosa…”, escribe, aún con la adrenalina de ese momento vibrando en su voz.
Del agua emergió un yaguareté (Panthera onca), nadando con firmeza y elegancia. “Nos quedamos sin aliento”, dijo después. Era la primera vez que captaba uno en esas condiciones. Y aunque no era la primera vez que avistaba al felino en su hábitat, sí fue la más impactante. Con su cámara preparada, logró capturar imágenes que quedarán en la historia del ecoturismo misionero y en la memoria colectiva de todos los que aman esta especie en peligro crítico de extinción.
La importancia del yaguareté: símbolo de la selva, víctima de la presión humana
El yaguareté, el mayor felino de América y el tercero del mundo, es símbolo de la selva paranaense y de los pueblos originarios, pero también víctima del avance del hombre. En Argentina, se calcula que quedan menos de 250 individuos en estado silvestre, y solo entre 80 y 90 habitan Misiones, su último refugio viable en el país.
La caza furtiva, la fragmentación de su hábitat, los atropellamientos en rutas y la pérdida de presas naturales son algunas de las principales amenazas que enfrenta. La imagen captada por Moya no solo es valiosa en términos fotográficos: es un grito visual por su conservación. La emoción del autor es compartida por miles de personas que, a través de sus publicaciones, se suman a la causa.

Misiones: un faro de biodiversidad
La provincia de Misiones concentra más del 50% de la biodiversidad de Argentina, en apenas el 3% del territorio nacional. Es hogar de más de 5.000 especies de plantas, 600 especies de aves, 120 mamíferos, 80 reptiles y 70 anfibios, muchas de ellas endémicas o amenazadas. El Bosque Atlántico del Alto Paraná, del cual la selva misionera forma parte, es uno de los ecosistemas más ricos y a la vez más degradados del planeta.
A través de parques provinciales como el Urugua-í, el Salto Encantado, el Yabotí, y áreas protegidas como el Parque Nacional Iguazú, Misiones ha logrado preservar remanentes críticos de selva continua, fundamentales para la supervivencia de especies como el yaguareté, el tapir, el pecarí labiado, el loro vinoso y la paca.
El rol de la divulgación ambiental y las redes sociales
Sergio Moya es parte de una nueva generación de divulgadores ambientales que, cámara en mano y conexión a internet mediante, logran algo que hace años parecía inalcanzable: conectar a las personas urbanas con la naturaleza profunda, de forma emocional, cercana y auténtica. Su forma de contar, de mostrar, de interactuar, rompe con la frialdad de los documentales tradicionales. Aquí no hay locución en off ni guiones, hay vida real, respiración agitada, lágrimas y gritos de alegría contenidos.
“No busco hacerme famoso, busco que la gente entienda que Misiones es un tesoro natural único, y que si no hacemos algo ahora, lo vamos a perder”, dijo Moya en una entrevista reciente.
Sus seguidores lo valoran no solo por las fotos o los videos espectaculares, sino por su honestidad, su ética de campo, su perseverancia. No monetiza de manera agresiva, no busca patrocinios de marcas invasivas, no altera el entorno para lograr una toma. Es paciente, respetuoso, comprometido.
Divulgando La Selva Misionera: un canal, un proyecto, una pasión
En YouTube, su canal “Divulgando La Selva Misionera” se ha convertido en un archivo viviente de encuentros con la fauna silvestre. Desde el canto de las aves hasta rastros de grandes mamíferos, pasando por escenas nocturnas captadas con cámaras trampa, el contenido ofrece una ventana directa a un mundo que para muchos permanece oculto.
Cada video va acompañado de descripciones detalladas, nombres científicos, anécdotas de campo, y siempre una reflexión: cómo podemos proteger lo que aún nos queda.

La emoción como puente hacia el conocimiento
Uno de los aspectos más distintivos del trabajo de Moya es que no oculta su emoción. A diferencia de algunos naturalistas que buscan mostrarse objetivos o distantes, él celebra, se asombra, llora, ríe. Esa conexión emocional es la que moviliza a sus seguidores. Cuando narra cómo el yaguareté emergió del agua, se detiene, respira hondo y dice: “No tengo palabras… solo gratitud. La selva me dio otro regalo”.
Y esa emoción es contagiosa. En los comentarios de sus publicaciones, abundan frases como: “Gracias por mostrarnos esto”, “Me hiciste llorar”, “Nunca había visto algo tan hermoso”. Porque, en definitiva, la conservación también necesita de belleza, de arte, de sensibilidad.
Educación ambiental desde la trinchera digital
El trabajo de Sergio Moya también cumple un rol clave en la educación ambiental, especialmente entre niños, adolescentes y jóvenes. Docentes de escuelas rurales y urbanas usan sus fotos y videos para enseñar biodiversidad local. Proyectos escolares se inspiran en sus relatos. Familias enteras redescubren el valor de las caminatas por senderos nativos. Y, sobre todo, se instala el debate sobre lo que implica vivir en armonía con la naturaleza.
Tal vez te interese leer: https://valorambiental.com.ar/dia-mundial-lucha-desertificacion-y-sequia/