En un hito sin precedentes para la conservación de especies en peligro crítico de extinción, tres pichones de macá tobiano (Podiceps gallardoi) fueron liberados este lunes en el estuario del río Santa Cruz, luego de haber sido criados en cautiverio por el Programa Patagonia de Aves Argentinas.
“Larga vida”, fue el deseo con el que los científicos despidieron a las aves mientras se alejaban en el agua. Se trató de la primera vez en la historia del país que una especie críticamente amenazada es criada fuera de su hábitat natural y devuelta con éxito a la naturaleza.
La cría de los pichones tuvo lugar en la Estación Biológica “Juan Mazar Barnett”, donde fueron incubados y cuidados en un entorno controlado, tras la recolección de huevos en las remotas lagunas de altura del oeste de Santa Cruz. Ante la ausencia de reproducción natural en los últimos cinco años, esta estrategia ex situ fue considerada vital para evitar la extinción de la especie.
El macá tobiano, descubierto en 1974 en la Laguna de los Escarchados por el naturalista Mauricio Rumboll, enfrenta múltiples amenazas: depredadores invasores como el visón americano, el cambio climático y la pérdida de hábitat. Desde 2012, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo incluye en la categoría de “En Peligro Crítico”.
Durante su crianza, los pichones fueron alimentados manualmente, estimulados para nadar —una actividad esencial para su desarrollo digestivo— y monitoreados hasta alcanzar el peso adecuado para la liberación. Los tres ejemplares fueron marcados con anillos rojos numerados para facilitar su seguimiento en libertad.
La liberación contó con el apoyo del Consejo Agrario Provincial, que aportó la embarcación utilizada en el operativo y lo hará en las futuras tareas de monitoreo. Además, participaron la Secretaría de Estado de Ambiente de Santa Cruz, la Municipalidad de Puerto Santa Cruz, CONICET, Fundación Bariloche, ICFC y la FCEN-UBA.
Desde Aves Argentinas destacaron que, si este proceso de crianza y liberación se replica sistemáticamente, podría lograrse un refuerzo poblacional clave, con más de 50 juveniles reinsertados por año. Una estrategia que, según afirman, «podría marcar la diferencia entre la extinción y la supervivencia» del macá tobiano.