miércoles, noviembre 27, 2024
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Bosque Atlántico | Compartieron las estrategias de éxito de conservación de la Reserva Vida Silvestre Urugua-í al cumplirse 25 años de su creación

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El Bosque Atlántico es una de la ecorregiones subtropicales más biodiversas del planeta que se comparte entre Brasil, Paraguay y Argentina, y a la vez uno de los bosques más amenazados. La Reserva Vida Silvestre Urugua-í se ubica estratégicamente dentro de este bloque al norte de la provincia de Misiones, en el Municipio de Bernardo de Irigoyen, en el departamento Manuel Belgrano, y forma parte de un corredor de áreas naturales protegidas.

Tiene unas 3.243 hectáreas de lo más representativa de la selva misionera. Fue creada en 1997 con el objetivo de restaurar el paisaje forestal, proteger el arroyo Urugua-í, que es la mayor cuenca interna de la provincia, y así garantizar la conectividad del Bosque Atlántico que la rodea. Limita con el Parque Provincial Urugua-í (84 mil hectáreas) y Puerto Península, entre otras reservas privadas que, en conjunto, protegen parte del hábitat del yaguareté y la cuenca del Arroyo homónimo, la mayor cuenca interna de la provincia.

Además, la Reserva constituye un espacio de capacitación y prácticas de estudiantes y jóvenes guardaparques. Posee una estación biológica apta para recibir investigadores y un vivero de árboles nativos destinados a la restauración de la selva misionera y protección de vertientes.

Las áreas protegidas son esenciales para conservar la biodiversidad natural,  cultural, los bienes y servicios que hacen al bienestar humano. Y los corredores ecológicos son áreas designadas y manejadas para conectar entre sí áreas protegidas u otros hábitats naturales. 

Esta conectividad es vital para los animales, como el yaguareté, que requiere grandes extensiones de selva para sobrevivir y reproducirse.

La reserva es administrada desde su creación por la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) que el pasado junio cumplió 45 años, el equipo de Misiones organizó una actividad para compartir su historia, los éxitos y el aprendizaje sobre los errores cometidos, pero con el compromiso de un trabajo continuo de conservación de la Selva Misionera que llevan adelante como principal objetivo desde el área protegida.

Forma parte del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas de la provincia.  Vida Silvestre es una ONG que está asociada a la Organización Mundial de Conservación (WWF) y es miembro de la Red Argentina de Reservas Privadas.

El acceso hasta la reserva es complejo, desde el asfalto al ingreso se estiman más de 30 kilómetros, y únicamente se puede acceder en vehículos 4×4, coordinando previamente la visita con los administradores de Fundación Vida Silvestre Argentina.

Una vez en el lugar, la actividad destinada a periodistas contó con la presencia del director general de FVSA, Manuel Jaramillo, ingeniero forestal de profesión. Durante 11 años fue responsable de la oficina de la fundación en Puerto Iguazú a cargo de la coordinación del Programa Selva Paranaense, lo que le permitió conocer y conectarse con la realidad ambiental misionera y los actores locales.

Jaramillo, junto a su equipo, Karina Schaffino, Lucía Lazzari, Claudia Amicone, Jonatan Villalba, Mario Ebenau, Facundo Varela Barros,  expusieron las estrategias que llevaron adelante en estos 25 años de un constante trabajo por la conservación de la selva misionera que llevaron al éxito de algunos resultados y, también, al aprendizaje sobre experiencias adquiridas. En tanto, Francisco Robino y Emiliano Salvador fueron de soporte en toda la logística de la organización.

Bosque Atlántico

Vivero de especies nativas

En la reserva Vida Silvestre Urugua-í disponen del funcionamiento de un vivero propio de especies nativas llamado “Andrés Johnson”, en la memoria y reconocimiento al guardaparque nacional a quien lo vincula una historia como agente de conservación de la FVSA. “Promovió muchas acciones importantes en biodiversidad en el Norte y Sur del país. En Misiones, tuvo un rol importante en la formación de baqueanos guardaparques desde el Parque Provincial Urugua-í, principalmente. Hacía de todo, era un naturalista muy completo, no era botánico ni biólogo, pero su trabajo con las orquídeas fue sumamente serio y dedicado, que lo llevó a tener reconocimientos por distintas instituciones académicas”, recordó Karina Schiaffino.

Andrés Johnson fue quien se ocupó de realizar las gestiones fundacionales para proyectar la reserva, desde realizar el tramo de camino de ingreso hasta el diseño y construcción de la infraestructura del lugar durante los primeros años, y que se mantiene hasta la actualidad.

El vivero tiene una producción de 20 mil plantines que son destinados a los proyectos de restauración de la selva misionera y zonas de protección de vertientes. Hay unas 40 especies de árboles nativos, que se logran de la cosecha de semillas de los ejemplares que existen en pie en la reserva privada: Palo rosa, Lapachos, Loro blanco y Loro Negro, Cedro, Anchico, Caña Fístula, Cerella, Maria Preta, Pindó, Timbó, Palmito, Aguaí, Yerba Mate, entre otras.

“Hay todo un trabajo previo, desde recolección de semillas, limpieza y tratamiento de los frutos, la germinación, control de riego y plagas, hasta obtener el plantín óptimo que se destina a terreno”, precisó el encargado de la Reserva Vida Silvestre Urugua-í, Facundo Varela Barros, quien es de profesión Licenciado en Ciencias Ambientales, oriundo de Junín, provincia de Buenos Aires. Hace dos años decidió radicarse en Puerto Iguazú para trabajar con la FVSA como agente de conservación.

“Los plantines se producen para cubrir la demanda de los proyectos planificados que tenemos, son entregados a productores que son parte de iniciativas de producción bajo buenas prácticas agroecológicas.  Además, este espacio también es utilizado para la formación de recursos humanos, entre 2019-2022 ya fueron unos 10 estudiantes de la Facultad de Ciencias Forestales de la UNaM obtuvieron becas para prácticas en el vivero”, agregó.

También trabajan en asistencia técnica a las Escuelas de Familia Agrícola (EFAs), con programas de capacitación para la comunidad educativa.

El vivero está inscripto en el registro del Ministerio de Ecología y RNR y ante el INASE como áreas productora de semillas.

Más de 6 yaguaretés registrados en 15 días

Durante la charla, los investigadores compartieron también su mayor orgullo, el  registro de monitoreo de biodiversidad con cámaras trampa que les permitió identificar a las especies que habitan en la reserva y dimensionar la biodiversidad que protegen, encabezando el éxito con la repoblación del emblemático yaguareté, monumento natural de Misiones y la Argentina, en peligro de extinción.

La presencia del felino más grande del continente en la selva misionera es un indicador del buen estado de la “salud” del ambiente y su conservación y la de su hábitat protegen indirectamente a otras especies de flora y fauna.

El entusiasmo del equipo podía reflejarse en la alegría que les generaba comentar que tan solo hace pocas semanas atrás lograron captar seis 6 yaguaretés en un lapso de solo 15 días: Bruja, Pyragué, Tito, una hembra aún sin identificar y sus dos cachorros.

“El patrón de manchas nos permite individualizarlos. Antes no contábamos con esta tecnología, si bien encontrábamos huellas o algún ejemplar, ahora con la colocación de cámaras trampa el monitoreo nos permite desarrollar otras estrategias de conservación”, sostuvo Jaramillo.

“En nuestro país, se estima que habitan 250 yaguaretés en diversas regiones. Sin embargo, poco menos de la mitad viven en la selva misionera, que es la porción argentina del Bosque Atlántico. En esta región se mantiene una población de 90 yaguaretés donde Fundación Vida Silvestre Argentina trabaja hace 25 años por su conservación junto a otras organizaciones, comunidad y gobierno”, agregó el directivo.

“Todo lo realizado en estos 25 años demuestra que en conservación nada es instantáneo, hay mucho esfuerzo de muchas personas, hay que tener constancia, perseverancia y todo el tiempo se adquiere mucho aprendizaje en el territorio. Hay que incorporar las lecciones aprendidas, saber aprender de los errores, y sobre todo poder monitorear el efecto de las acciones que uno desarrolla en relación al aumento de la biodiversidad. En esta reserva en particular, en dos semanas de monitoreo hemos registrado en cámaras trampa seis ejemplares distintos de yaguareté, y eso es sin duda un indicador de éxito de la conservación en la zona. Cuando arrancamos con el trabajo en la zona, no teníamos información específica, no había cámaras trampas, pero en este sitio había rastros de yaguareté y aparecía uno o dos en cada relevamiento que se hacía. Esta densidad registrada en la actualidad en el área, donde de los seis, hay dos cachorros, nos demuestra que el proceso ecológico está vivo”, indicó con marcado optimismo Jaramillo.

La tecnología sin dudas ha logrado facilitar mucho el trabajo de campo, de análisis y control en el área protegida. “Hay muchos avances desde el Sistema de Información Satelital para la clasificación de los ambientes, se trabaja con MAPBiomas, hay un proceso fuerte desde el Sistema de Información Geográfica (SIG) que asiste a todos los programas en marcha. Ahora, incluso la comunicación que siempre fue un problema en la zona, hemos encontrado una solución con la telefonía satelital y esperamos en el futuro poder tener internet, el mundo va cambiando y eso genera diferencias en la gestión del trabajo diario o de campo, que son muy positivas para la prevención ambiental”, consideró el director de FVSA.

Manuel Jaramillo : “La recuperación de la población del yaguareté en la Selva Misionera es un caso de éxito como pocos en el mundo”

Durante la visita, se recorrió también el sendero “Los Pozones” para conocer el  sistema de cámaras trampa para el monitoreo de biodiversidad, que desde el punto de vista de Jaramillo, el resultado logrado en estos 25 años es un claro caso de éxito, no solo en el país sino en el mundo.

La Fundación Vida Silvestre Argentina requiere de fondos internacionales para llevar adelante sus programas anuales y estrategias de conservación, y las mediciones logradas permiten respaldar la seriedad y efectividad de sus iniciativas.

“Logramos identificar que estábamos en problemas ante el peligro de extinción del yaguareté. Llevamos adelante un plan de gestión que incluyó a Parques Nacionales, Ministerio de Ecología de Misiones, varios otras ONGs , al CeIBA (Centro de Investigación del Bosque Atlántico), para implementar las medidas de conservación en la reserva y parques, y esto se va monitoreando. Hoy se ve el aumento de la población del felino. Esta es una historia de éxito, ya que no hay muchas en el mundo respecto a programas de conservación de especies amenazadas de extinción con estos resultados. Y es resultado de un trabajo conjunto en el territorio. Por otra parte, el logro es que se pueda medir el éxito, ese es otro aspecto que nos enorgullece porque somos parte y fueron estos resultados los que nos permiten como antecedentes gestionar más fondos internacionales para seguir trabajando. El objetivo es llegar a 250 yaguaretés en la selva misionera, y hoy registramos en promedio unos 90 ejemplares”, concluyó Jaramillo.

Seguido, Karina Schaffino se refirió a la historia que dio inicio a la creación de la Reserva. Fue creada tiempo después del  Parque Provincial Urugua-í que en compensación por la Represa de la Hidroeléctrica  Urugua-i, que inundo unas 8.500 has de selva. El parque tiene 84 mil hectáreas, y la Fundación Vida Silvestre Argentino en alianza con la ex Alto Paraná (hoy Arauco Argentina), adhirió esta propiedad para la restauración y conservación del área.

En la reserva registraron más de 640 especies de plantas, y más de 140 árboles nativos, y diferentes variedades de orquídeas.

La habitan más de 77 especies de mamíferos, más de 338 especies de aves –de las más de 500 que registradas en la selva misionera-, unos 30 anfibios, 39 especies de peces conocidos, algunas endémicas.

Ocelotes, Yurumi (oso hormiguero), pumas, corzuelas, tapires, águila negra, yaguarundí, carpinchos, saracura, agutí, atajacaminos, tucanes, zorro pitoco, hurón mayor, venado, yacupoi, yacutinga, el emblemático yaguareté y sus cachorros, son algunos de sus habitantes que fueron registrados en las cámaras trampa instaladas en senderos de la propiedad.

La presencia del felino es un indicador de que la selva está sana, remarca Schaffino. “Y la salud del bosque está directamente relacionada con la calidad de vida de las personas y sus formas de producción. Por eso, nuestro trabajo es acompañar los procesos a propietarios de tierras donde aun hay selva misionera para que puedan conservar y acceder a beneficios económicos que ofrece la Ley 26.331 por su conservación”, explicó.

La Fundación asesoró a más de 100 productores, y presentó alrededor de 29 proyectos de conservación de bosques, de los cuales 14 fueron aprobados. En 2021 recibieron fondos por un millón de pesos, mientras que en 2022 recibieron fondos por 4 millones de pesos en el marco de la ley de bosques.

“Ayudando a los productores pequeños con estas iniciativas buscamos mantener la selva, que las personas reciban un incentivo por cuidarla y recuperar la conectividad entre las áreas naturales, evitando que incremente la fragmentación entre las áreas naturales del Bosques Atlántico, para que se logre un enfoque de paisaje ecosistémico y se beneficien las personas y la selva misionera”, agregó, por su parte, Claudia Amicone. Es la responsable de la coordinación de un proyecto de restauración de bosques nativos y medios de vida con productores de la zona de San Pedro. En 2019 iniciaron trabajos de restauración focalizados en el corredor Cruce Caballero – Reserva de Biosfera Yabotí, que involucra a 15 familias que plantaron 10.500 árboles sobre 30 hectáreas.

Además de recuperar la selva, es necesario generar alternativas para mantener el monte que aún queda en tierras privadas, poniendo en práctica beneficios de la Ley de Bosques.

Jonatan Villalba, también es responsable de trabajos de extensión en campo y está en contacto con las familias productoras hace mas de 12 años, llevando adelante un proyecto de reforestación para la recuperación de vertientes.

El guardaparque Mario Ebenau, oriundo de Andresito y egresado de la carrera de guardarpaques de San Pedro (FCF-UNaM), quien hace 10 años trabaja en la reserva Vida Silvestre Urugua-í, se refirió al trabajo de Control y Vigilancia, donde la caza furtiva sigue siendo uno de los principales problemas para el ambiente. “No dan las manos para erradicar este tema, contamos con apoyo de los parques provinciales y otras con la empresa Arauco, con quienes realizamos patrullajes conjuntos en la zona, ya que en la bajada del arroyo es el punto más caliente de presencia de cazadores que vienen de las colonias y Brasil. Están los que cazan por deporte, otros para venta ilegal y otros para consumo. Tapires que son faenados en la selva, procesan y venden esa carne en Brasil. No tenemos datos estadísticos, pero notamos que la presencia en el territorio con los procedimientos es lo que permite que no regresen por mucho tiempo, pero siempre encontramos nuevos campamentos, es una tarea incansable y la cobertura del Parque Provincial Urugua-í es de 84 mil hectáreas, lo que hace más complejo el control”, expresó.

Mario y Facundo fueron los guías para conocer y recorrer la infraestructura del lugar destinada al desarrollo de actividades de investigación, capacitación y voluntariados.

El recorrido cerró con la caminata por el sendero hasta “Los Pozones” observando los árboles gigantes y la innumerable cantidad de aves,  disfrutando de la caída de la tarde sobre la costa del arroyo Urugua-í, el mismo que kilómetros más abajo alimenta la represa homónima y las vertientes de la que se abastecen los pobladores de la zona.

Fuente: ArgentinaForestal.com

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