Un estudio internacional advierte que los próximos 5 a 15 años serán críticos para la supervivencia de los polinizadores. Los científicos alertan sobre la necesidad urgente de proteger a las abejas, clave para la biodiversidad y la producción de alimentos.
Las abejas enfrentan un futuro incierto. Su población, vital para el equilibrio de los ecosistemas y el sostenimiento de la producción agrícola global, continúa disminuyendo de forma alarmante. Una reciente investigación de la Universidad de Reading, en Reino Unido, ha identificado doce amenazas emergentes que podrían acelerar la extinción de estos polinizadores en los próximos 5 a 15 años, afectando tanto a las abejas melíferas —las más utilizadas en la apicultura— como a las abejas silvestres.
La publicación, titulada Bee:wild, se enmarca en una campaña científica internacional que busca visibilizar los desafíos crecientes que enfrentan las abejas a nivel mundial. Los investigadores destacan que la combinación de factores ambientales, tecnológicos y socioeconómicos está creando un escenario altamente peligroso para estas especies fundamentales.
Un declive sin precedentes
La preocupación no es nueva, pero sí se profundiza. La Universidad Estatal de Washington (WSU) ha revelado que, solo en 2025, las colonias comerciales de abejas melíferas en Estados Unidos podrían enfrentar una pérdida récord de entre el 60 y el 70%. Esta cifra supera ampliamente las tasas de disminución registradas en la última década, que se ubicaban en torno al 40-50%.
Las causas son múltiples y complejas, pero los nuevos hallazgos permiten entender mejor cómo estas amenazas se entrelazan y podrían potenciarse entre sí, exacerbando el problema.

Las 12 amenazas emergentes para las abejas
El informe de Reading describe con detalle los factores que podrían intensificarse en los próximos años, generando un entorno aún más hostil para las abejas:
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Minería metálica: La creciente demanda global de minerales como el litio, el cobre y el cobalto está provocando una expansión de la minería a zonas silvestres, destruyendo hábitats esenciales para las abejas.
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Uso combinado de pesticidas: Aunque cada pesticida puede tener efectos moderados por separado, su combinación produce reacciones químicas tóxicas que afectan gravemente la salud de las abejas.
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Falta de monitoreo de agrotóxicos: La ausencia de sistemas de control regional eficaces permite la aplicación desmedida de químicos peligrosos en áreas agrícolas.
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Contaminación lumínica: La luz artificial nocturna interfiere con los ritmos naturales de actividad de las abejas, alterando su comportamiento reproductivo y de alimentación.
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Contaminación por metales pesados: Sustancias como el mercurio, cadmio y plomo ingresan al organismo de las abejas a través del polen y el agua, afectando su sistema nervioso.
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Incendios forestales: El aumento de incendios, asociado al cambio climático, arrasa con hábitats naturales y reduce la disponibilidad de flores y refugios.
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Simplificación de cultivos en zonas de conflicto: En regiones afectadas por guerras o crisis humanitarias, se tiende a cultivar solo especies básicas para la subsistencia, disminuyendo la diversidad floral disponible.
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Microplásticos: Estas diminutas partículas, presentes en el agua y el aire, son ingeridas por las abejas, acumulándose en su sistema digestivo y generando daño celular.
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Reforestación mal planificada: La introducción de especies vegetales no nativas, incluso en campañas de reforestación, puede alterar los ecosistemas y limitar el acceso al alimento.
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Contaminación por antibióticos: El uso excesivo de antibióticos en agricultura y ganadería puede afectar la microbiota intestinal de las abejas, debilitando su sistema inmune.
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Contaminación atmosférica: La polución del aire, en particular por óxidos de nitrógeno, puede interferir con la capacidad de las abejas para detectar el aroma de las flores.
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Agricultura en entornos controlados: El auge de los invernaderos y cultivos hidropónicos puede reducir la variedad de flores disponibles para la polinización en entornos abiertos.
Una fecha para reflexionar: Día Mundial de las Abejas
Cada 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas, una fecha proclamada en 2017 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, por iniciativa de Eslovenia y con el respaldo de la Federación Internacional de Asociaciones de Apicultura (Apimondia). Este año, el lema fue “Inspiradas por la naturaleza para nutrirnos a todos”, una consigna que resalta la profunda conexión entre la salud de los ecosistemas y la alimentación humana.
La efeméride busca crear conciencia sobre la importancia de los polinizadores y fomentar acciones para su protección. Desde la producción de frutas y vegetales hasta la regeneración de plantas silvestres, las abejas cumplen un rol insustituible. Sin ellas, el colapso ecológico sería inevitable.
El futuro depende de nosotros
Los expertos coinciden en que aún estamos a tiempo de revertir esta tendencia, pero que es imprescindible actuar ahora. La implementación de políticas más estrictas sobre el uso de pesticidas, el monitoreo ambiental, la conservación de hábitats y la educación pública son claves para asegurar la supervivencia de las abejas.
En palabras de los autores del informe Bee:wild: “Las abejas no pueden alzar la voz, pero su desaparición sería un grito silencioso de alarma para toda la humanidad”.
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