En el marco del 28° Congreso Nacional del Agua (CONAGUA), realizado en Mar del Plata, se presentó un informe del Inventario Nacional de Glaciares que confirma un dato alarmante: Argentina ha perdido el 42 % de su superficie glaciar en los últimos 30 años, con una aceleración significativa en la última década.
El retroceso de estas masas de hielo se asocia directamente al cambio climático y al avance de la actividad minera, incluso dentro de áreas legalmente protegidas. Esta combinación de factores está generando un impacto profundo en ecosistemas estratégicos y en la disponibilidad futura de agua dulce.
Más de 8.400 km² de hielo perdidos
El inventario actualizado revela que de los 16.968 glaciares identificados en el país, se han perdido 8.484 km² de hielo. De esa cifra, 2.715 km² corresponden a glaciares ubicados en las Islas Georgias y Sandwich del Sur.
Si bien la Ley de Glaciares ha representado un freno parcial al deterioro, el avance de intereses económicos y el aumento sostenido de las temperaturas dificultan su aplicación plena.

Reservas estratégicas para el agua y la vida
Los glaciares argentinos se extienden a lo largo de 3.500 kilómetros en la cordillera de los Andes, y constituyen la principal reserva de agua dulce del país. Su preservación es vital para:
-
Abastecer cuencas hídricas
-
Mantener actividades agrícolas
-
Impulsar el turismo de naturaleza
-
Regular el equilibrio ecológico de alta montaña
Su pérdida no solo implica la desaparición de un paisaje icónico, sino también una amenaza directa a la seguridad hídrica y al desarrollo sostenible de amplias regiones del país.
Una crisis global
La problemática trasciende las fronteras nacionales. La Unesco ha advertido que el 70 % del agua dulce del planeta se encuentra contenida en glaciares, y que su desaparición representa un riesgo severo para el abastecimiento global. En 2025, declarado Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, el mundo enfrenta un escenario que evoluciona de grave a catastrófico.
Glaciares tropicales al borde de la desaparición
En América Latina, el retroceso es acelerado. México apenas conserva 0,5 km² de superficie glaciar; Perú ha perdido 387 glaciares; y en Bolivia ha desaparecido el único glaciar existente. En Argentina, la evidencia es visible: el Ventisquero Negro, en el Cerro Tronador, retrocedió entre 1990 y 2021 dando lugar a la formación de un nuevo lago.
Minería y debilitamiento de la protección
Aunque la legislación vigente prohíbe la actividad minera en áreas glaciares y periglaciares, su avance en la práctica continúa. Esta presión se ve acompañada por propuestas de modificación de la Ley de Glaciares que facilitarían la exploración minera, poniendo en riesgo décadas de protección ambiental.

Un modelo pionero bajo amenaza
Argentina fue el primer país del mundo en contar con una ley específica de protección de glaciares, y su sistema de monitoreo ha sido reconocido a nivel internacional. Sin embargo, la combinación de intereses económicos, falta de voluntad política y negacionismo climático amenaza con desarticular un modelo que se presentó como referente para la conservación de ecosistemas de alta montaña.
El retroceso glaciar no es solo un fenómeno ambiental: es un indicador crítico de la crisis climática y de la fragilidad de las políticas de protección frente a intereses que priorizan beneficios inmediatos sobre la sostenibilidad a largo plazo. El desafío es claro: actuar con urgencia para frenar la pérdida de estas reservas estratégicas de agua y garantizar su preservación para las próximas generaciones.
Tal vez te interese leer: https://valorambiental.com.ar/megaoperativo-en-la-reserva-biosfera-yaboti/






