miércoles, julio 30, 2025
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Misiones refuerza su compromiso con la convivencia entre ganadería y fauna silvestre

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En el corazón de la selva misionera, donde los retazos de monte nativo resisten la presión del avance humano, la presencia del yaguareté –el mayor felino de América– continúa generando tensiones, desafíos y oportunidades de aprendizaje en torno a la convivencia entre fauna silvestre y producción rural. En los últimos días, un caso registrado en la zona de Esperanza Centro, Misiones, volvió a encender las alarmas: un chacrero local logró capturar en fotografías a un yaguareté que habría depredado algunas de sus vacas. El hecho no sólo reavivó el temor entre pequeños productores de la región, sino que también puso en acción a organismos estatales y organizaciones no gubernamentales que trabajan por la conservación del emblemático felino.

Una visita inesperada: el yaguareté vuelve a mostrarse

El productor afectado, cuya identidad se reserva por razones de seguridad, informó que perdió al menos dos vacas en las últimas semanas. En la búsqueda de respuestas, instaló cámaras trampa en su chacra, ubicada a pocos kilómetros del Parque Provincial Esperanza. Las imágenes no dejaron lugar a dudas: el visitante nocturno era un yaguareté adulto, posiblemente en dispersión.

El episodio no es aislado. Si bien el yaguareté (Panthera onca) es una especie críticamente amenazada en la Argentina, con una población estimada de no más de 100 ejemplares en todo el país, su presencia en el centro y norte de Misiones ha sido registrada con creciente frecuencia en los últimos años, gracias a los esfuerzos de conservación, monitoreo y recuperación del hábitat.

En este contexto, la intervención de organizaciones como la Red Yaguareté, que lleva más de dos décadas trabajando en la protección de esta especie, fue clave. Tras ser contactados por allegados al productor, especialistas brindaron asesoramiento sobre cómo proceder legalmente y cómo resguardar el entorno ante la presencia del felino. La primera y principal recomendación: no hacer daño al animal, ya que su caza está estrictamente prohibida y penada por la ley.

Acciones estatales: dos ministerios, una estrategia

La situación activó también la intervención de dos organismos estatales que, por mandato legal, deben actuar en este tipo de casos: el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables y el Ministerio del Agro y la Producción de la provincia de Misiones.

El primero es el encargado de la protección y conservación de la fauna silvestre, incluyendo la implementación del Plan de Conservación de Grandes Felinos, que establece medidas para proteger al yaguareté y al puma, y promover estrategias de convivencia. El segundo, en tanto, tiene la responsabilidad de compensar económicamente a los productores rurales que sufran pérdidas ocasionadas por ataques de estas especies, de acuerdo a lo estipulado en la Ley Provincial N.º 161/23.

Dicha ley, aprobada por la Cámara de Representantes de Misiones en 2023, establece que el Estado provincial debe responder ante casos documentados de depredación, abonando una compensación económica en un plazo máximo de 30 días a partir de la presentación de la denuncia y la correspondiente documentación técnica.

Leyes y convivencia: un modelo misionero en construcción

El modelo de convivencia adoptado por Misiones no es improvisado. Responde a una construcción política, científica y cultural que se ha venido forjando durante las últimas dos décadas, con la participación de numerosos actores: guardaparques, ONG, investigadores, comunidades rurales, productores y funcionarios.

“Es fundamental entender que la presencia del yaguareté no es un problema a erradicar, sino un patrimonio a conservar”, explica Rodrigo Villar, biólogo y coordinador regional de Red Yaguareté. “Eliminar al animal o capturarlo para trasladarlo no resuelve el conflicto, sólo lo traslada en el espacio y en el tiempo. Lo que sí tiene resultados concretos es trabajar sobre las causas estructurales que generan el conflicto: la fragmentación del hábitat, la falta de medidas de prevención y la desinformación”, agrega.

En este sentido, uno de los principales ejes de trabajo del Plan de Conservación de Grandes Felinos es la educación y la capacitación técnica a productores rurales, especialmente en zonas de amortiguamiento de parques provinciales o nacionales. Medidas como la electrificación de alambrados, el uso de corrales nocturnos, la reducción del uso de perros sueltos y el pastoreo rotativo han demostrado ser eficaces para disminuir las depredaciones.

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El precio de la ignorancia: matar al yaguareté no es una opción

A pesar de los avances legislativos, científicos y sociales, persisten los riesgos. En algunas zonas, la desinformación o la desesperación pueden llevar a decisiones drásticas. En enero de 2024, un caso en la zona de San Pedro terminó con un yaguareté muerto a manos de cazadores furtivos, lo que generó condena social y derivó en un proceso judicial que aún continúa. Los responsables enfrentan cargos por violación de la Ley Nacional 22.421 de Protección de la Fauna Silvestre y de la legislación provincial.

Desde el Ministerio de Ecología se recuerda que el yaguareté es Monumento Natural Provincial y Nacional, lo que lo coloca en la máxima categoría de protección legal. Su caza o captura está penada con hasta seis años de prisión, además de multas económicas y sanciones administrativas.

“Lo más importante es entender que no se trata de un animal agresivo hacia el ser humano. Ataca cuando tiene hambre y encuentra presas fáciles. Por eso la prevención es clave. Y si hay un ataque, la denuncia es la herramienta legal para activar los mecanismos de respuesta del Estado”, enfatiza Graciela Ortega, directora de Fauna de la provincia.

La dimensión cultural y simbólica del conflicto

Más allá de lo legal y lo económico, el yaguareté ocupa un lugar singular en la identidad de Misiones. En guaraní, se lo conoce como jaguareté, que significa “verdadero fiera”, y en muchas culturas originarias representa fuerza, respeto y conexión con la tierra. Sin embargo, también ha sido históricamente perseguido como “enemigo del hombre”, sobre todo por su competencia con la ganadería.

Hoy, ese imaginario está cambiando, lentamente, pero con pasos firmes. Programas de educación ambiental en escuelas rurales, campañas en medios locales y materiales como la Guía de Convivencia entre yaguaretés y ganadería en Misiones (disponible gratuitamente en el sitio de Red Yaguareté) buscan transformar el miedo en conocimiento, y la tensión en diálogo.

“El cambio cultural es tan importante como las leyes o las inversiones. Porque si logramos que el productor entienda que no está solo, que hay respaldo técnico, legal y económico, y que su esfuerzo es parte de una estrategia más grande, entonces estamos construyendo una convivencia real”, sostiene Villar.

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El rol de la comunidad: denunciar, documentar y dialogar

Desde el Ministerio del Agro y la Producción se insiste en que la denuncia temprana es esencial para que se activen los mecanismos de compensación. El procedimiento es relativamente simple: el productor debe comunicarse con la delegación local del Ministerio, presentar pruebas (fotografías, restos del animal, registros de cámaras, testigos) y completar un formulario.

Una vez validado el ataque por técnicos del ministerio y de la Dirección de Fauna, se determina el valor económico de la pérdida y se efectúa el pago. En paralelo, se realizan visitas técnicas para implementar o reforzar medidas preventivas.

“El Estado no puede evitar cada ataque, pero sí puede actuar con eficiencia, responsabilidad y empatía cuando ocurren. Lo que no puede permitirse es la impunidad ante una caza ilegal o la indiferencia frente al reclamo de un pequeño productor”, señala Jorge Godoy, delegado del Ministerio del Agro en el Alto Paraná.

Además, se recuerda que la compensación no es un favor ni un subsidio, sino un derecho consagrado por ley. Como establece la norma 161/23, todo productor afectado por depredaciones documentadas tiene derecho a ser indemnizado, en plazos claros y con transparencia.

Un equilibrio delicado, pero posible

Los bosques misioneros son el último refugio del yaguareté en la Argentina, y su conservación es una prioridad no sólo ecológica, sino también cultural, económica y política. Misiones, con menos del 3% del territorio nacional, alberga más del 50% de la biodiversidad del país. Esa riqueza, sin embargo, convive con desafíos estructurales: el avance de la frontera agropecuaria, el crecimiento poblacional, la presión sobre los recursos naturales.

En este escenario, cada encuentro entre un gran felino y un productor rural es un testimonio del conflicto, pero también una oportunidad de construir soluciones innovadoras. Porque la pregunta no es si el yaguareté va a desaparecer, sino si como sociedad estamos dispuestos a cambiar lo necesario para que pueda seguir existiendo.

Con leyes claras, políticas activas, ciencia aplicada y diálogo social, la convivencia entre producción y conservación deja de ser una utopía para transformarse en una meta concreta.

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¿Qué hacer si se detecta la presencia de un yaguareté?

  1. No intervenir directamente. No intente ahuyentarlo ni enfrentarlo.

  2. Documentar la situación con fotos, videos o registros de cámaras.

  3. Realizar la denuncia inmediata ante el Ministerio de Ecología o el Ministerio del Agro.

  4. Solicitar asistencia técnica para implementar medidas de protección.

  5. No matar ni capturar al animal. Es ilegal y constituye un delito.

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