El 10 de mayo se celebra el primer hito del Día Mundial de las Aves Migratorias, una campaña global impulsada por las Naciones Unidas y una red de organizaciones internacionales que busca concientizar sobre la importancia de proteger a las aves migratorias y sus hábitats. Este año, el mensaje central pone el foco en un aspecto cada vez más urgente: la necesidad de crear ciudades más amigables con las aves para promover una convivencia armoniosa con la biodiversidad.
Lo particular de esta conmemoración es que no se limita a una única fecha. El Día Mundial de las Aves Migratorias se celebra dos veces al año: una en mayo, coincidiendo con el pico migratorio de primavera en el hemisferio norte (que este año cae el 10 de mayo), y otra en octubre, cuando las aves emprenden su viaje de regreso en el hemisferio sur. Esta doble celebración responde al fenómeno global que representa la migración de las aves, un espectáculo natural tan asombroso como desafiante.
Un viaje de miles de kilómetros
Más de la mitad de las cerca de 10.000 especies de aves que existen en el planeta son migratorias. Estas incluyen aves cantoras, rapaces, marinas, acuáticas y limícolas, entre otras. Sus rutas migratorias —que cubren miles de kilómetros de norte a sur— no son improvisadas, sino que están perfectamente trazadas en sus genes y en la memoria colectiva de sus poblaciones. En general, estos viajes se realizan de noche, aprovechando los vientos más suaves y la orientación que les brindan la luna y las estrellas.
Sin embargo, estas travesías están plagadas de peligros: tormentas, depredadores, escasez de alimento y, cada vez más, entornos urbanos que presentan obstáculos mortales como rascacielos con ventanas reflectantes, contaminación lumínica, y pérdida de hábitat.
«Las migraciones son proezas físicas extraordinarias», explican desde la ONG Aves Argentinas. «Las aves han desarrollado adaptaciones genéticas que les permiten acumular grasa corporal antes del viaje, modificar su metabolismo, y descansar de manera eficiente durante las paradas intermedias».
Ciudades hostiles: un nuevo reto
Uno de los principales problemas para estas aves es la urbanización creciente. Según un estudio publicado en 2024 en Global Ecology and Biogeography, el 80 % de las especies de aves del mundo no logra prosperar en entornos dominados por humanos. A eso se suma una preocupante estadística: el 49 % de todas las especies de aves está en declive, y cerca de una de cada ocho está en peligro de extinción.
En América del Norte, las cifras son aún más alarmantes. El informe Estado de las Aves 2025, publicado por el Comité de la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte (NABCI), revela que muchas especies migratorias están registrando caídas drásticas en sus poblaciones. Las causas principales incluyen la destrucción de hábitats, la contaminación y el cambio climático, pero también la falta de planificación urbana que considere a las aves como parte del ecosistema.
Repensar las ciudades: una oportunidad para todos
A pesar de este panorama, las organizaciones detrás del Día Mundial de las Aves Migratorias sostienen que aún estamos a tiempo de revertir la tendencia. La clave está en rediseñar las ciudades para que sean espacios que no solo sirvan a los humanos, sino también a las aves y demás formas de vida silvestre. Y es que, cuando las ciudades son más verdes y saludables para las aves, también lo son para las personas.
«Los espacios urbanos que protegen a las aves suelen tener aire y agua más limpios, mayor cantidad de zonas verdes y mejor calidad de vida en general», destacan los organizadores de la campaña. Además, la presencia de aves contribuye a la salud mental y emocional de las personas, favoreciendo la conexión con la naturaleza.
Ocho acciones para una ciudad más amigable con las aves
La edición 2025 del Día Mundial de las Aves Migratorias invita a gobiernos, organizaciones y ciudadanos a tomar medidas concretas. Estas son algunas de las recomendaciones clave:
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Reducir las luces artificiales durante las noches de migración: las aves pueden desorientarse por la contaminación lumínica.
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Evitar el uso de vidrios reflectantes sin señalización: muchas aves colisionan con ventanales al no distinguirlos como barreras.
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Crear jardines y tejados verdes: estos espacios sirven como puntos de descanso y alimentación para las aves.
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Preservar los humedales y cuerpos de agua urbanos: fundamentales para aves acuáticas.
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Usar vegetación nativa en parques y jardines: proporciona alimento y refugio adecuado.
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Promover campañas de educación ambiental: especialmente en escuelas y comunidades locales.
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Limitar el uso de pesticidas: estos pueden envenenar tanto a aves como a los insectos que forman parte de su dieta.
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Fomentar la participación ciudadana en programas de monitoreo y conservación.
Este 10 de mayo, el llamado es claro: las aves migratorias necesitan nuestra ayuda para seguir surcando los cielos. Y nosotros necesitamos a las aves para construir un futuro más verde, saludable y equilibrado.