Puerto Libertad vivió una jornada de conciencia ambiental con la participación de estudiantes de séptimo grado, guardaparques y docentes. La ceremonia del Compromiso con el Ambiente, en el marco del Día Provincial del Árbol, reafirmó el lazo de los jóvenes con la naturaleza y sembró una semilla de responsabilidad ecológica en el corazón de la comunidad.
Cada 1° de julio, Misiones renueva su compromiso con la naturaleza con la celebración del Día Provincial del Árbol. La fecha, instaurada para reflexionar sobre la importancia de los ecosistemas y la necesidad urgente de proteger los recursos forestales, cobra especial sentido en una provincia que alberga el 52% de la biodiversidad de Argentina y el último gran remanente de la Selva Paranaense. Este año, Puerto Libertad se convirtió en escenario de una jornada educativa y simbólica que reunió a niños, docentes, guardaparques y familias en torno a una acción que va más allá del discurso: el Compromiso con el Ambiente.
La actividad tuvo lugar en el marco del 3° Encuentro de Concientización y Cuidado del Ambiente, organizado por las instituciones educativas del municipio en articulación con los equipos técnicos del Ministerio de Ecologia y Recursos Naturales Renovables de Misiones. Los protagonistas fueron los alumnos de los séptimos grados de todas las escuelas locales, quienes participaron activamente de la ceremonia del Compromiso con el Ambiente, una práctica que se institucionaliza progresivamente en toda la provincia a partir de la Ley VI-137, como forma de sembrar valores ambientales en la niñez desde edades tempranas.

Una jornada que une saberes, valores y comunidad
Desde temprano, la localidad de Puerto Libertad fue testigo del entusiasmo de cientos de niños que, acompañados por sus docentes y familias, se acercaron al lugar del encuentro. El espacio fue ambientado con carteles, stands, murales y afiches que expresaban mensajes vinculados al respeto por la naturaleza, la importancia de los árboles y el cuidado de la biodiversidad. No se trató solo de un acto formal, sino de una experiencia pedagógica e integradora, en la que la educación ambiental se vivió como una práctica activa y creativa.
La ceremonia del Compromiso con el Ambiente fue uno de los momentos centrales de la jornada. Los guardaparques del Paisaje Protegido Lago Urugua-í, en representación del Ministerio de Ecología, tomaron el compromiso a los alumnos, que juraron cuidar la naturaleza, respetar la vida en todas sus formas y actuar de manera responsable con el entorno. Esta instancia simboliza la incorporación de los valores ambientales como parte de la formación ciudadana, y constituye un rito de paso en el que los niños se reconocen como sujetos activos en la defensa del patrimonio natural.
El acto no fue solo una declaración de intenciones: fue acompañado por intervenciones de los estudiantes, quienes compartieron reflexiones, canciones, mensajes y propuestas vinculadas al cuidado del ambiente. Las palabras y expresiones artísticas de los niños mostraron una sensibilidad ecológica cultivada desde la educación y un compromiso real con las problemáticas que enfrenta la región. En un contexto global marcado por la emergencia climática, estas acciones adquieren una dimensión estratégica para el presente y el futuro.

La creatividad como forma de educar en valores ambientales
Uno de los ejes centrales del encuentro fue la muestra educativa basada en la regla de las 3R: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Cada escuela preparó una presentación que reflejaba el trabajo realizado en el aula y en casa, involucrando no solo a los estudiantes, sino también a sus familias. Las propuestas incluyeron desde esculturas elaboradas con materiales reciclados hasta maquetas, juegos didácticos, carteles informativos, vestimenta hecha con residuos reutilizados, y hasta obras teatrales que concientizaban sobre el consumo responsable y la separación de residuos.
El nivel de creatividad y compromiso puesto en cada producción dejó en claro que la educación ambiental no se limita a contenidos curriculares abstractos, sino que se traduce en prácticas concretas que impactan en la vida cotidiana. Los alumnos mostraron, con orgullo, cómo es posible transformar residuos en recursos, resignificando objetos que habitualmente se desechan. Esta lógica de reaprovechamiento no solo tiene un valor ecológico, sino también simbólico: enseña que todo puede tener una segunda oportunidad, que es posible construir desde lo que otros descartan, que el respeto por la vida implica repensar nuestros hábitos.
Además, la muestra permitió generar un intercambio interinstitucional en el que las experiencias de cada escuela enriquecieron a las demás. En un contexto de crisis ambiental, la articulación entre conocimientos escolares, saberes comunitarios y prácticas cotidianas resulta esencial para fortalecer una conciencia ecológica crítica y transformadora. La jornada en Puerto Libertad demostró que los procesos de enseñanza y aprendizaje ambiental pueden ser profundamente significativos cuando involucran afectos, creatividad y acción colectiva.
La Ley VI-137: institucionalizando el compromiso ambiental en las escuelas
La ceremonia del Compromiso con el Ambiente se enmarca en la Ley VI-137, sancionada por la Cámara de Representantes de Misiones, que establece la toma simbólica de un compromiso ambiental por parte de los alumnos del último año del nivel primario. Esta norma tiene como objetivo fomentar la participación activa de los estudiantes en la protección del ambiente, reconociendo su rol como agentes de cambio desde edades tempranas.
La ley fue pensada como una forma de institucionalizar prácticas pedagógicas orientadas al desarrollo sostenible y al respeto por los bienes comunes. A diferencia de un simple acto escolar, el compromiso implica una serie de actividades previas de reflexión, investigación y acción en el aula y en la comunidad. De esta manera, los niños llegan al acto con una preparación previa que fortalece el sentido de pertenencia y de responsabilidad frente al entorno natural.
Misiones se posiciona así como una de las provincias pioneras en la inclusión transversal de la educación ambiental en las escuelas, en coherencia con su identidad ecológica y su enorme riqueza en términos de biodiversidad. La implementación de esta ley en localidades como Puerto Libertad permite que el cuidado del ambiente deje de ser una consigna abstracta para convertirse en una práctica concreta, articulada con la realidad local y con los desafíos globales.

El rol de los guardaparques como educadores ambientales
Durante la jornada, los guardaparques del Paisaje Protegido Lago Urugua-í desempeñaron un rol clave no solo como representantes del Ministerio de Ecología, sino como mediadores entre el conocimiento técnico y las vivencias comunitarias. Más allá de su tarea habitual de vigilancia y conservación en las áreas naturales, los guardaparques son, cada vez más, actores fundamentales en los procesos de sensibilización y educación ambiental.
En el encuentro con los estudiantes, su presencia aportó una dimensión concreta a la noción de conservación: no se trató de hablar de naturaleza en abstracto, sino de conocer a quienes trabajan cotidianamente para protegerla. Los niños pudieron dialogar con los guardaparques, hacer preguntas, compartir inquietudes, y conocer detalles sobre la fauna y flora local, los problemas que enfrenta el monte nativo, y las formas en que todos podemos contribuir a su cuidado.
Esta interacción fortalece la construcción de un vínculo entre las comunidades y las áreas naturales protegidas, rompiendo con la idea de que los parques o reservas son espacios ajenos a la vida cotidiana. En realidad, son territorios que garantizan la calidad del agua, del aire, la estabilidad del clima y el equilibrio ecológico, beneficios que alcanzan a toda la población. Involucrar a los estudiantes en su conocimiento y defensa es una inversión en ciudadanía ambiental.
Una comunidad comprometida con su entorno
El Encuentro de Concientización y Cuidado del Ambiente en Puerto Libertad también puso en evidencia el compromiso del entramado institucional y social del municipio con la cuestión ecológica. Las escuelas, el Ministerio de Ecología, los guardaparques, las familias y los propios estudiantes conformaron una red que, al articularse, logró materializar una experiencia educativa significativa y replicable.
Esta articulación se volvió visible no solo en la planificación y ejecución de la jornada, sino también en los discursos y gestos compartidos. Las escuelas rurales y urbanas, de gestión estatal y privada, participaron por igual, construyendo un espacio horizontal en el que todas las voces fueron valoradas. Esta democratización del conocimiento es central para una educación ambiental inclusiva y territorialmente situada.
Además, el involucramiento de las familias en la preparación de la muestra artística permitió que el mensaje ecológico trascendiera las aulas y se instalara en los hogares. Muchos de los materiales utilizados en las creaciones fueron recolectados en casa, dando lugar a conversaciones intergeneracionales sobre residuos, consumo, reciclaje y sostenibilidad. Estas prácticas, aunque sencillas, tienen un potencial transformador enorme.
Más que un acto escolar: un gesto hacia el futuro
El Compromiso con el Ambiente asumido por los alumnos de Puerto Libertad no debe leerse como un evento aislado ni como una formalidad dentro del calendario escolar. Por el contrario, constituye un paso simbólico y concreto en la construcción de una nueva cultura ambiental, en la que el respeto por la vida, la justicia ecológica y la acción responsable se conviertan en pilares de la convivencia.
La experiencia demuestra que es posible formar ciudadanos críticos, empáticos y comprometidos con su entorno cuando la educación se conecta con el territorio, con las emociones y con los valores. En un tiempo de profundas transformaciones socioambientales, estas instancias educativas resultan más necesarias que nunca.
Puerto Libertad mostró que sembrar conciencia ecológica en los niños es sembrar esperanza. Que cada compromiso asumido por un estudiante es una semilla que puede crecer, multiplicarse y generar cambios reales. Que el futuro de los árboles, del agua, del monte y de la vida en todas sus formas depende también de las pequeñas acciones de hoy. Y que la escuela, como espacio de encuentro, puede ser también el punto de partida para un mundo más justo, más verde y más habitable para todos.
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