viernes, julio 4, 2025
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El monitoreo binacional revela una leve disminución en la población de yaguaretés

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Un nuevo relevamiento binacional sobre la población del yaguareté en la Selva Misionera encendió señales de alerta entre conservacionistas, autoridades y científicos: quedan entre 64 y 110 ejemplares, con una media estimada de 84. Aunque el dato representa apenas una disminución respecto al relevamiento anterior, rompe una racha sostenida de crecimiento y estabilidad y confirma que la especie continúa en una situación de vulnerabilidad.

La cifra, presentada en Posadas durante la Reunión Ordinaria del Comité de Gestión del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté, surge del monitoreo realizado entre Argentina y Brasil en más de 570 mil hectáreas de selva continua, en el corazón del Bosque Atlántico del Alto Paraná. El estudio fue encabezado por el Proyecto Yaguareté (CeIBA – CONICET) y el Projeto Onças do Iguaçu (ICMBio – Brasil), con apoyo de organismos nacionales, provinciales y ONGs conservacionistas como Fundación Vida Silvestre Argentina y WWF-Brasil.

El rugido de una advertencia: baja leve, pero significativa

“Este nuevo dato es una señal de alerta”, advirtió Lucía Lazzari, coordinadora del Programa Bosques de Fundación Vida Silvestre. “El yaguareté es un indicador de la salud del ambiente, y esta leve disminución refleja una presión creciente sobre nuestros ecosistemas. Es clave que las autoridades y la sociedad redoblen su compromiso con su conservación”.

Por su parte, el investigador del CONICET y líder del Proyecto Yaguareté, Agustín Paviolo, explicó que la caída poblacional “no es estadísticamente significativa, pero sí preocupante” al compararla con la estimación anterior de 93 ejemplares promedio. “Es un dato al que debemos prestar atención para evitar un descenso más marcado. Ya lo hicimos una vez: la población se duplicó desde 2003. Si unimos esfuerzos, podemos volver a hacerlo”.

el monitoreo binacional revela una leve disminución en la población de yaguaretés
El monitoreo binacional revela una leve disminución en la población de yaguaretés

Un depredador clave para la salud del ecosistema

El yaguareté (Panthera onca) es el felino más grande del continente americano y está declarado Monumento Natural Nacional en Argentina. Su rol en la naturaleza es insustituible: como depredador tope, regula la cadena alimentaria y mantiene el equilibrio de las poblaciones de presas.

En la Selva Misionera, el yaguareté cumple una función ecológica central. Su presencia indica la existencia de un hábitat saludable, lo que convierte a esta especie en un bioindicador natural. Pero, a pesar de su relevancia, enfrenta una serie de amenazas persistentes: pérdida de hábitat, caza furtiva, atropellamientos en rutas, enfermedades transmitidas por animales domésticos, y fragmentación de los corredores biológicos.

Una historia de conservación: de 40 a 84

Los esfuerzos por conservar al yaguareté en la región comenzaron formalmente en 2003, cuando los primeros relevamientos estimaban apenas 40 ejemplares. Desde entonces, el trabajo conjunto entre científicos, guardaparques, comunidades locales, ONGs y gobiernos permitió duplicar la población, consolidando a Misiones como la provincia con mayor número de ejemplares del país.

Gracias al desarrollo de corredores biológicos, educación ambiental, vigilancia territorial y campañas de sensibilización, se logró revertir parcialmente su situación crítica. Aun así, la reciente baja evidencia que el escenario sigue siendo frágil y exige medidas más robustas y sostenidas.

¿Cómo se hace el censo de una especie elusiva?

Contar yaguaretés no es tarea sencilla. Los investigadores utilizan una técnica no invasiva de monitoreo mediante cámaras trampa. Estos dispositivos son cámaras fotográficas y de video que se activan automáticamente cuando un animal pasa por delante, gracias a sensores infrarrojos de movimiento y calor.

En esta edición del monitoreo, se instalaron 267 estaciones de muestreo distribuidas estratégicamente en zonas clave de la selva misionera y de los parques nacionales do Iguaçu y do Turvo en Brasil. Las cámaras, fijadas a árboles a una altura de entre 30 y 40 centímetros, funcionan las 24 horas y recogen imágenes tanto diurnas como nocturnas.

Cada yaguareté es identificado de manera individual por el patrón único de manchas de su pelaje, que funciona como una huella dactilar. A partir de estas identificaciones, los científicos aplican modelos matemáticos de captura-recaptura que permiten estimar la cantidad total de individuos en un área determinada, reflejando un rango con un valor mínimo, un máximo y una media.

Monitoreo transfronterizo: una selva sin límites políticos

Uno de los aspectos más destacados del estudio es su enfoque binacional, que reafirma la necesidad de conservar el Bosque Atlántico como un ecosistema compartido más allá de las fronteras políticas. Las áreas protegidas de Argentina y Brasil, como el Parque Nacional Iguazú y el Parque Nacional do Iguaçu, forman un continuo forestal esencial para la conectividad de las especies.

El ejemplo del yaguareté Hendú lo demuestra. Este macho fue registrado por primera vez en 2020 en territorio argentino y, desde 2024, comenzó a ser visto también en Brasil. Gracias al trabajo conjunto de investigadores de ambos países, se le colocó un collar satelital en Brasil, lo que permitió rastrear sus movimientos en tiempo real.

Los datos confirmaron que Hendú cruzó nuevamente hacia Argentina, utilizando los corredores verdes que conectan los fragmentos de selva. Hoy continúa siendo monitoreado con precisión, lo que permite entender cómo utiliza el paisaje y cómo planificar nuevas áreas de conservación o restauración forestal.

El rol de las instituciones: gestión, ciencia y compromiso

La reunión en Posadas no solo sirvió para divulgar resultados, sino también para coordinar acciones futuras. Estuvieron presentes referentes del Ministerio de ecologia y Recursos Naturales Renovables de Misiones, la Administración de Parques Nacionales, la Subsecretaría de Ambiente de la Nación, el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) y las organizaciones de la sociedad civil.

La sinergia institucional es uno de los pilares del éxito en la conservación del yaguareté. Durante las últimas dos décadas, se han concretado proyectos de investigación, operativos de control del delito ambiental, planes de gestión de áreas protegidas, campañas de concientización en escuelas rurales y capacitaciones para actores locales.

Conservación en clave regional: el Corredor Verde y los desafíos

El Corredor Verde de Misiones, consolidado legalmente en la provincia desde fines de los 90, fue clave para conectar áreas protegidas como los parques provinciales Urugua-í, Esmeralda, Piñalito y el Parque Nacional Iguazú. Esta conectividad mejora las posibilidades de supervivencia del yaguareté, una especie que necesita grandes extensiones de territorio para desplazarse y cazar.

Pero no todo es positivo: la presión sobre el uso del suelo, los proyectos de infraestructura vial sin pasos de fauna, el avance de los monocultivos y la ganadería, la expansión urbana y la baja conciencia pública en algunas zonas amenazan con fragmentar aún más los hábitats.

Por ello, los especialistas insisten en que el monitoreo no solo debe traducirse en informes técnicos, sino en acciones concretas de conservación territorial, políticas públicas integradas y una mayor participación ciudadana.

Lo que se viene: pasos firmes para evitar retrocesos

Tras la publicación de estos datos, los equipos de conservación proyectan una serie de medidas y líneas de trabajo prioritarias:

  • Ampliación de corredores biológicos entre áreas protegidas y zonas privadas.

  • Revisión de normativas viales para implementar pasos de fauna en rutas críticas.

  • Fortalecimiento de la fiscalización ambiental y lucha contra la caza furtiva.

  • Educación ambiental territorializada, con foco en comunidades rurales.

  • Promoción del ecoturismo responsable, que valorice la biodiversidad y genere ingresos locales.

  • Investigación científica aplicada, para seguir monitoreando la salud de las poblaciones silvestres y detectar cambios tempranos.

Proteger al yaguareté es protegernos

“Así como celebramos la recuperación de su población hace algunos años, hoy debemos actuar con decisión sobre las amenazas que persisten”, subrayó Lucía Lazzari. “Proteger al yaguareté es también mejorar la calidad de vida de quienes compartimos su territorio. Su conservación es una causa ambiental, pero también social y cultural”.

El yaguareté es símbolo de la riqueza natural del norte argentino, emblema de resiliencia biológica y, a la vez, un recordatorio de lo que se puede perder si no se actúa a tiempo. La experiencia del monitoreo binacional, con resultados transparentes y científicos, ofrece una herramienta poderosa para construir consensos y seguir avanzando.

La Selva Misionera, hogar de este gran felino, aún conserva la posibilidad de ser un santuario de vida silvestre único en el mundo. Pero su protección depende de decisiones políticas firmes, financiamiento adecuado y una ciudadanía que abrace la causa como propia. En definitiva, el destino del yaguareté está íntimamente ligado al futuro del bosque, y del bosque, al de todos nosotros.

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