Un compromiso que trasciende fronteras
Cada 12 de junio, Misiones celebra el Día Provincial de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), en conmemoración de la presentación del Proyecto Reserva de Biosfera Yabotí durante la histórica Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1996. Aquel evento marcó un antes y un después en la historia ambiental de la provincia, posicionándola como un actor clave en el escenario internacional de la conservación.
Ese mismo año, la UNESCO reconocía a Yabotí dentro del Programa MaB (Hombre y Biosfera), validando su riqueza biológica y su importancia para el equilibrio ecológico regional. Desde entonces, el camino de Misiones en la protección de sus recursos naturales no hizo más que consolidarse. Hoy, la provincia cuenta con 116 áreas naturales protegidas, de las cuales 56 son reservas privadas, lo que revela la fuerza de un modelo mixto de conservación que articula lo público con lo comunitario y empresarial.

Un pulmón verde con peso estratégico
El sistema de ANP de Misiones se extiende por más de 500.000 hectáreas, cubriendo alrededor del 20% del territorio provincial. En su interior subsiste el último gran remanente continuo de la Selva Paranaense o Bosque Atlántico en Argentina, un ecosistema que se encuentra entre los cinco más biodiversos y amenazados del planeta.
Las funciones que cumplen estas áreas van más allá del resguardo paisajístico: son reguladoras del clima, protectoras de las cuencas hídricas, guardianas de la fertilidad de los suelos y reservorios de carbono, claves en la lucha contra el cambio climático.
“Misiones es el pulmón verde del país. La Selva Paranaense brinda servicios ecosistémicos que benefician no solo a la provincia, sino a toda la región del NEA y del Cono Sur”, explica el biólogo Horacio Ferreyra, investigador del CONICET y asesor en políticas ambientales.

Especies emblemáticas: guardianes de un equilibrio milenario
Los bosques misioneros son hogar de más de 300 especies de aves, 120 de mamíferos y 2000 especies de flora, muchas de ellas endémicas y otras catalogadas en peligro de extinción. Entre los íconos que habitan estos ambientes se destacan el yaguareté, el tapir, el oso hormiguero grande, el águila harpía y decenas de orquídeas, helechos arborescentes y palmitos.
“El yaguareté es mucho más que un animal en peligro. Es un símbolo de los equilibrios tróficos que sostienen la selva. Donde hay grandes felinos, hay salud ecosistémica”, afirma Elena Rotela, doctora en Ciencias Ambientales y coordinadora de proyectos de fauna en la región.
El monitoreo constante de estas especies es una de las tareas centrales que llevan adelante los guardaparques provinciales, verdaderos custodios del patrimonio natural. “Nuestro trabajo no se limita a patrullar. Monitoreamos cámaras trampa, educamos, asistimos a visitantes y registramos datos valiosos para la ciencia”, detalla Marcos González, guardaparque en el Parque Provincial Esmeralda, en San Pedro.
El guardaparque: vocación y ciencia al servicio de la selva
El sistema de ANP no se sostiene sin el eslabón humano que lo articula: los guardaparques provinciales, quienes desempeñan tareas fundamentales de control, fiscalización, monitoreo de fauna, acompañamiento a científicos y concientización comunitaria.
Según datos del Ministerio de Ecología, actualmente trabajan aproximadamente 150 guardaparques distribuidos en toda la provincia, muchos de ellos formados en el Instituto Superior de Formación Técnica de San Pedro, único en su tipo en el país.
“Los guardaparques realizan un trabajo crucial. Sin ellos, el sistema no podría funcionar. Están en contacto directo con la selva, con las amenazas, con las comunidades vecinas. Son el rostro visible de las ANP”, destaca Fabio Malosh, director de Áreas Naturales Protegidas de Misiones.
Reservas privadas: el valor del compromiso ciudadano
Uno de los pilares diferenciales del modelo misionero es la incorporación de reservas privadas al sistema de ANP. Esto implica que propietarios individuales, empresas o fundaciones se comprometen legalmente a conservar sus tierras, bajo criterios técnicos y con asistencia estatal.
Estas reservas representan casi la mitad del total de ANP en la provincia y aportan corredores biológicos clave para especies que requieren grandes extensiones de territorio, como el yaguareté o el tapir.
“Sumarnos al sistema fue una decisión ética. Estamos convencidos de que conservar no es un lujo, es una responsabilidad”, señala Mariela Aranda, titular de la Reserva Privada Ka’aguy Porã, en El Soberbio. Allí se desarrollan también proyectos de ecoturismo, investigación y educación ambiental.

Legislación pionera y políticas sostenidas
Detrás de esta infraestructura de conservación hay un andamiaje normativo sólido, con leyes específicas que regulan desde la creación de ANP hasta incentivos fiscales para propietarios comprometidos. El Parlamento Misionero ha sido clave en este proceso, aprobando iniciativas como la Ley XVI N.º 29 (Sistema de Áreas Naturales Protegidas) y el reconocimiento de monumentos naturales.
“Sin decisiones políticas sostenidas en el tiempo, nada de esto sería posible. Misiones entendió temprano que su riqueza estaba en su biodiversidad y legisló en consecuencia”, asegura la diputada provincial Sonia Rojas Decut, presidenta de la Comisión de Recursos Naturales de la Legislatura.
Además, se destaca la continuidad de programas como el Pago por Servicios Ambientales (PSA), que remunera a pequeños propietarios por preservar su bosque nativo, y el desarrollo de corredores verdes interjurisdiccionales, como el Gran Corredor Verde Trinacional que une Misiones con Brasil y Paraguay.
Educación y turismo: herramientas para conservar
La conservación no se limita al control y resguardo. También se construye con educación ambiental y turismo sustentable. En este sentido, Misiones viene desarrollando experiencias exitosas en varios parques y reservas, combinando la protección de la biodiversidad con el acceso responsable al público.
“Tenemos que lograr que la gente valore la selva viviéndola, sintiéndola. El turismo de naturaleza bien gestionado ayuda a conservar y genera ingresos para las comunidades”, comenta Carlos Bonilla, guía de naturaleza en el Parque Provincial Moconá.
En paralelo, el Ministerio de Educación de Misiones promueve programas escolares en articulación con el Ministerio de Ecología, que acercan a miles de estudiantes a las ANP. “Un niño que comprende la importancia de un arroyo, un helecho o un colibrí, será un adulto que no tolerará su destrucción”, enfatiza Claudia Amarilla, docente rural en Andresito.
Desafíos actuales: deforestación, cambio climático y expansión urbana
A pesar de los logros, el sistema enfrenta amenazas persistentes. La presión de la frontera agrícola, el uso ilegal del fuego, la caza furtiva, y más recientemente, los efectos del cambio climático, afectan la estabilidad de los ecosistemas. Además, la expansión urbana en municipios como Posadas, Eldorado y Puerto Iguazú genera tensiones en zonas de amortiguamiento.
Desde el Ministerio de Ecología reconocen estos desafíos y trabajan en estrategias de adaptación y mitigación. “Invertimos en tecnología, capacitamos a nuestros equipos, desarrollamos mapas de riesgo y articulamos con municipios para ordenar el territorio. Pero necesitamos más conciencia colectiva”, señala Fabio Malosh.

Un modelo que inspira: Misiones como referencia en la región
El modelo de gestión de Misiones ha sido presentado en foros internacionales, como la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica (COP CBD) y encuentros de redes de reservas de biosfera. La capacidad de articular distintos niveles del Estado, con el sector privado y las organizaciones civiles, se menciona como una de sus fortalezas distintivas.
“Misiones es un laboratorio vivo de políticas ambientales. Lo que aquí se hace resuena en todo el continente. Es una provincia que entendió que conservar no es un costo, sino una inversión estratégica en bienestar, salud y futuro”, concluye el investigador Horacio Ferreyra.
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