La contaminación marina por plásticos se ha convertido en una de las mayores amenazas ambientales de nuestro tiempo. Cada año, millones de toneladas de residuos plásticos ingresan al ecosistema marino, afectando no solo a la fauna y flora acuática, sino también a la salud humana y al equilibrio ecológico del planeta. Frente a este panorama alarmante, un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California (USC) ha logrado un avance significativo: el desarrollo de un material biodegradable, inspirado en la naturaleza marina y capaz de desintegrarse en agua salada sin dejar residuos contaminantes.

Este nuevo material, denominado POC-CC (por sus siglas en inglés), surge de la combinación de carbonato de calcio —un mineral presente en las conchas de mariscos— y un polímero biodegradable aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA). El resultado es un plástico alternativo con características físicas similares a las del plástico convencional, pero con una diferencia fundamental: su capacidad para degradarse completamente en entornos marinos, sin liberar microplásticos ni alterar el equilibrio químico del agua.
El proyecto fue liderado por la profesora Eun Ji Chung y su equipo de ingenieros biomédicos de la USC Viterbi School of Engineering, quienes buscaron crear un material funcional, sostenible y compatible con la vida marina. En su diseño, tomaron como referencia las estructuras naturales presentes en los océanos, aprovechando las propiedades del carbonato de calcio, un componente abundante en conchas de moluscos, corales y otros organismos marinos. Su enfoque estuvo centrado en replicar la resistencia y flexibilidad del plástico convencional, pero incorporando la posibilidad de descomposición segura en medios acuáticos.
Uno de los primeros usos que se dio al POC-CC fue en la fabricación de anillos plásticos para paquetes de latas, conocidos por su alto riesgo para la vida silvestre marina. Estos prototipos demostraron ser resistentes durante su vida útil, pero completamente biodegradables en condiciones de agua salada, lo que representa una solución concreta a un problema habitual: el atrapamiento de animales marinos en estos residuos plásticos.
Para validar la efectividad y seguridad del nuevo material, el equipo científico sometió el POC-CC a pruebas prolongadas en agua marina simulada durante un período de seis meses. Los resultados fueron alentadores. El material mostró una degradación progresiva sin generar alteraciones en el pH del agua, lo que indica que no introduce componentes nocivos al medio ambiente. Además, las pruebas de biocompatibilidad con microorganismos marinos, como la microalga Scenedesmus sp., confirmaron que el nuevo material no afecta negativamente a la biodiversidad del entorno.
Más allá de los anillos de latas, el material biodegradable podría aplicarse en una amplia variedad de productos, como sorbetes, envoltorios, utensilios descartables y envases para alimentos. Su versatilidad lo posiciona como una opción viable para industrias interesadas en adoptar soluciones sostenibles sin comprometer la funcionalidad de sus productos.
A pesar del éxito de esta primera etapa, los investigadores reconocen que aún quedan desafíos por resolver. Entre ellos, se encuentra el objetivo de optimizar la velocidad de degradación del material sin perder sus propiedades mecánicas, así como adaptar la tecnología a una escala industrial que permita una producción eficiente y económicamente viable. También se estudia la posibilidad de incorporar colorantes naturales, mejorar la resistencia a temperaturas extremas y ampliar las posibles aplicaciones en el ámbito médico y farmacéutico.
El proyecto cuenta con el respaldo del USC Sea Grant, un programa de investigación y extensión dedicado a la conservación de los océanos. Esta colaboración ha sido clave para vincular los desarrollos científicos con las necesidades reales del medioambiente marino y para fomentar una transferencia tecnológica que pueda llegar a sectores productivos a nivel global.
La creación del POC-CC representa un paso relevante en la lucha contra la contaminación por plásticos en los océanos. En un contexto en el que los residuos plásticos representan el 80% de la basura marina, según datos de la UNESCO, este tipo de innovaciones marcan la diferencia entre un futuro sostenible y uno dominado por la degradación ambiental. Al aprovechar recursos naturales abundantes y subutilizados como las conchas marinas, este desarrollo no solo propone una solución al exceso de plásticos, sino que además promueve una economía circular basada en materiales biodegradables y responsables con el entorno.
A medida que la sociedad avanza hacia una mayor conciencia ecológica, iniciativas como esta demuestran que la ciencia y la tecnología pueden desempeñar un papel central en la transformación hacia modelos de consumo más respetuosos con el planeta