El cierre de la conferencia climática COP29 este fin de semana dejó un sabor amargo para los defensores del medio ambiente y la justicia climática. Tras dos semanas de intensas negociaciones, los países participantes acordaron un paquete de financiamiento climático que, aunque significativo, se queda muy por debajo de las expectativas y las necesidades urgentes de los países en desarrollo. Este acuerdo, que fue recibido con frustración por muchas organizaciones ambientales, retrasa la acción climática en un momento crítico, cuando acelerar los esfuerzos es fundamental para evitar consecuencias catastróficas para el planeta.
El principal logro de la COP29 fue un acuerdo sobre financiamiento climático, en el que se estableció un compromiso de US$300 mil millones anuales para 2035. Sin embargo, esta cifra no solo es insuficiente, sino que llega demasiado tarde para enfrentar los desafíos climáticos inmediatos. Los países en desarrollo, que son los más vulnerables a los impactos del cambio climático, necesitan recursos mucho más inmediatos y cuantiosos para adaptarse y mitigar los efectos devastadores del calentamiento global.
Al final de las negociaciones, se incluyó una hoja de ruta que apunta a incrementar el financiamiento hasta $1,3 billones para los países en desarrollo, pero esta promesa se percibe con escepticismo. “Este mal acuerdo no puede detenernos. Debemos invertir en nuestro futuro colectivo”, dijo Manuel Pulgar-Vidal, líder global de Clima y Energía de WWF, quien lamentó el retraso en las acciones clave para enfrentar la crisis climática.
Uno de los eventos más polémicos de esta COP fue el retiro de la delegación oficial argentina en medio del proceso de negociación, decisión tomada por el Poder Ejecutivo Nacional. Esta salida afectó no solo la representación directa del país, sino también la imagen internacional de Argentina en el ámbito climático. Para muchos, este acto fue un golpe a la credibilidad del país, especialmente en un contexto donde los estándares internacionales son cada vez más exigentes, particularmente en cuanto a metas climáticas y la necesidad de garantizar productos libres de deforestación.
Manuel Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina, advirtió que esta decisión podría tener consecuencias a largo plazo, impactando las exportaciones y la actividad productiva del país, que podrían verse afectadas por los crecientes requisitos climáticos internacionales. Además, señaló que el retiro de la delegación argentina también resultó en la pérdida de acreditaciones para muchos observadores del país, lo que complicó su participación en las negociaciones.
“Retirarse de las negociaciones climáticas impactará negativamente en la imagen internacional de nuestro país, lo que a su vez podría repercutir en la actividad productora y las exportaciones. Esto adquiere especial relevancia en un contexto global donde los estándares son cada vez más estrictos, frecuentemente vinculados a metas climáticas o a garantías de productos de un origen libre de deforestación”,señaló.
A pesar de estas dificultades, algunas provincias argentinas, como Jujuy, mostraron un fuerte compromiso con la acción climática. Jujuy se unió a la Alianza para la Acción Climática Argentina, impulsada por Fundación Vida Silvestre, sumándose a otras jurisdicciones como Santa Fe. Esta adhesión representa un avance en la colaboración entre actores locales e internacionales para enfrentar la crisis climática, a pesar de las limitaciones impuestas por la falta de apoyo federal.
El futuro del financiamiento climático: promesas vacías
El resultado de la COP29 pone de manifiesto la falta de urgencia de muchos gobiernos ante la magnitud de la crisis climática. Como destacó Fernanda Carvalho, líder de Políticas Globales de Clima y Energía de WWF, es «inaceptable que la COP29 no envíe un mensaje claro sobre la necesidad de reducir emisiones y eliminar los combustibles fósiles, respaldado por un financiamiento adecuado». Mientras tanto, la ventana para limitar el calentamiento global a 1,5°C sigue cerrándose rápidamente.
El llamado a la acción es claro: los países deben comprometerse a aumentar sus esfuerzos en la reducción de emisiones y en la transición energética, mientras que los países desarrollados deben ir más allá del compromiso financiero actual y cumplir con la hoja de ruta hacia los $1,3 billones prometidos. De lo contrario, las comunidades más vulnerables seguirán siendo las más afectadas por los desastres climáticos, y la capacidad de frenar el cambio climático podría quedar fuera de alcance.
Finalmente, otro de los puntos débiles de la COP29 fue la falta de un enfoque integrado entre clima y naturaleza. Aunque en los eventos paralelos y las iniciativas relacionadas, la naturaleza tuvo una presencia destacada, no fue incorporada formalmente en las negociaciones. Según Vanessa Morales, experta sénior en Clima y Naturaleza de WWF, esta desconexión pone en riesgo una acción climática efectiva. «El clima y la naturaleza deben avanzar de la mano si queremos garantizar un planeta vivo para las generaciones futuras», concluyó.
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