En los últimos 50 años, el tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre se ha reducido en un 73%, según el Informe Planeta Vivo 2024, presentado por WWF y difundido en Argentina por la Fundación Vida Silvestre. Este informe expone una situación crítica para la naturaleza, con especial énfasis en América Latina y el Caribe, donde las poblaciones monitoreadas registraron un descenso del 95%, seguido de África con un 76% y Asia-Pacífico con un 60%.
El informe, que analiza datos entre 1970 y 2020, destaca que el planeta está enfrentando una crisis ambiental sin precedentes. Según el Índice Planeta Vivo (IPV), desarrollado por la Sociedad Zoológica de Londres, la disminución en los ecosistemas de agua dulce alcanza el 85%, mientras que los ecosistemas terrestres y marinos muestran caídas del 69% y 56% respectivamente. Estos datos subrayan una continua pérdida de biodiversidad a nivel global, impulsada principalmente por la degradación de hábitats, la sobreexplotación y el cambio climático.
El director general de la Fundación Vida Silvestre Argentina, Manuel Jaramillo, explicó: “En Argentina enfrentamos una serie de desafíos significativos. El país sufre una continua pérdida de bosques nativos y enfrenta problemas con especies amenazadas. Además, la sobreexplotación de nuestros recursos marinos tiene efectos devastadores. Estas situaciones se agravan por la falta de políticas adecuadas y la ausencia de una gestión eficiente del Estado”.
El Informe Planeta Vivo señala que la humanidad se encuentra al borde de puntos de inflexión críticos que podrían causar cambios irreversibles en los ecosistemas. Un ejemplo es el retroceso de la selva amazónica, que podría transformar este ecosistema de ser un sumidero de carbono a convertirse en una fuente de emisiones. Este cambio afectaría los patrones climáticos y la producción de alimentos, con consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria y el bienestar humano en todo el mundo.
Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional, advirtió: “Las crisis relacionadas con la pérdida de la naturaleza y el cambio climático están llevando a la vida silvestre y a los ecosistemas al límite. Nos enfrentamos a un escenario en el que podríamos superar puntos de inflexión peligrosos que dañen los sistemas de soporte vital de la Tierra y desestabilicen nuestras sociedades. El tiempo para actuar es ahora”.
Impacto en las especies emblemáticas
El IPV 2024 revela también las dramáticas disminuciones en especies específicas, como las tortugas carey, que sufrieron una reducción del 57% en el número de hembras anidadoras en la Gran Barrera de Coral en Australia. En la región del Amazonas, las poblaciones de delfines de río como el boto y el tucuxi disminuyeron un 65% y 75% respectivamente, afectadas por factores como el calor extremo y la sequía. Estos ejemplos muestran cómo el cambio climático y la degradación de hábitats están afectando gravemente a especies que son vitales para la salud de sus ecosistemas.
Jaramillo subrayó la necesidad de una mayor acción política para enfrentar la crisis ecológica en Argentina y en el mundo: “El Informe Planeta Vivo nos recuerda que estamos ante una crisis que no se ha resuelto, a pesar de los compromisos asumidos en materia de biodiversidad y cambio climático. Necesitamos un cambio urgente en las políticas de conservación y una inversión significativa en la protección de nuestros recursos naturales”.
A nivel internacional, los gobiernos ya han asumido compromisos como el Marco Global de Biodiversidad, el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Sin embargo, el Informe Planeta Vivo destaca que las acciones implementadas hasta el momento están muy por debajo de lo necesario para alcanzar los objetivos establecidos para 2030 y evitar un desastre ecológico. Schuijt enfatizó que aunque la situación es crítica, aún existe la posibilidad de revertir la tendencia si se toman decisiones decisivas en los próximos cinco años.
Cumbres internacionales: una oportunidad para el cambio
Las próximas cumbres sobre biodiversidad (COP16) y cambio climático (COP29) representan una oportunidad crucial para que los líderes globales tomen medidas concretas y coordinadas. WWF insta a los gobiernos a desarrollar planes nacionales más ambiciosos para detener y revertir la pérdida de biodiversidad y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de manera equitativa.
El informe también identifica a los sistemas alimentarios y energéticos como los principales motores del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La producción de alimentos es responsable de la mayor parte de la degradación de hábitats y del uso insostenible del agua, mientras que los combustibles fósiles son la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Schuijt llamó a la necesidad de transformar estos sistemas, adoptando prácticas agrícolas sostenibles y reduciendo el uso de combustibles fósiles para mitigar el impacto ambiental.
Las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de bosques, humedales y manglares, se presentan como estrategias viables para fortalecer los ecosistemas y ayudar a combatir el cambio climático. Estas acciones no solo mejoran la biodiversidad, sino que también proporcionan beneficios tangibles para la seguridad alimentaria, la calidad del agua y la protección contra desastres naturales.
La comunidad internacional tiene ante sí el reto de actuar de manera rápida y decidida para evitar la degradación irreversible de nuestros ecosistemas. Como concluye el informe, el tiempo para detener y revertir la pérdida de biodiversidad es ahora, y las decisiones que se tomen en la próxima década determinarán el futuro de nuestro planeta y de las generaciones futuras.
