La conversación global sobre el cambio climático sumó este año un nuevo protagonista que, para algunos, representa una herramienta transformadora y, para otros, un riesgo creciente que amenaza con profundizar la crisis ambiental. La inteligencia artificial (IA) se instaló con fuerza en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la COP30 realizada en Brasil, y se convirtió en uno de los ejes más discutidos en paneles, presentaciones y debates técnicos. Allí, quedó expuesto su doble rol: aliada tecnológica capaz de acelerar soluciones para enfrentar el calentamiento global y, al mismo tiempo, un factor que incrementa la presión sobre los recursos naturales debido a su enorme demanda energética y de agua.
Google publicó recientemente datos sobre el impacto ambiental asociado al uso de Gemini, su modelo de inteligencia artificial conversacional. El informe detalla el consumo de energía, las emisiones de carbono y el gasto de agua vinculados a las interacciones promedio con el chatbot, poniendo en cifras concretas una discusión cada vez más presente: la huella ambiental de la inteligencia artificial.
La inteligencia artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, transformando industrias y facilitando tareas cotidianas con herramientas como los chatbots....