La reserva natural privada Karadya Birding Lodge y Bio-reserva Karadya es uno de los lugares elegidos por los apasionados de la naturaleza, la investigación y observación de aves en pleno Corredor Biológico Urugua-í Foerster.
La propiedad privada tiene superficie cercana a las 100 hectáreas y es parte del Corredor Biológico Urugua-í Foerster, vecina al Parque Provincial Segismundo Welzc que terminó recientemente con un proceso de ocupación ilegal y el Ministerio de Ecología tomó posesión definitiva del área protegida.
El Parque Welzc cumple un rol vital en la conexión de la Selva Misionera entre los parques provinciales y reservas naturales privadas creadas en el área en los últimos años para garantizar la supervivencia de diversas especies amenazadas o en peligro de extinción.
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Los propietarios de la Bio-Reserva Karadya, un matrimonio de biólogos calificados, dialogaron con ArgentinaForestal.com ante la noticia de recuperación del Parque y celebraron el final de un proceso que generaba preocupación en la zona. «Welzc sufrió un alto grado de degradación», indicaron y reflexionan sobre la necesidad de gestionar modelos productivos sostenibles basados en la restauración y los bosques nativos.
Bio-reserva Karadya y Karadya Birding-Lodge, en Andresito, Misiones
El matrimonio lleva adelante el emprendimiento familiar y profesional basado en la conservación de la biodiversidad, investigación y ecoturismo. Solo en aves, en sus 100 hectáreas del más puro Bosque Atlántico ya registraron 334 especies a la plataforma de “Ciencia Ciudadana EBird”, lo que la posiciona como una de las reservas privadas misioneras con más especies de aves registradas en todo el país. Uno de los lugares preferidos por los observadores de aves, fotógrafos de naturaleza e investigadores.
Julián Baigorria y Luciana Oklande comparten su pasión por la selva misionera y se dedican a investigar la biodiversidad, especialmente sobre el habitad de los monos y las aves del Bosque Atlántico en el corredor biológico Urugua-í Foerster. Tienen una crítica posición respecto a los desafíos por delante para la conservación de los bosques nativos, principalmente porque la sostenibilidad económica está en riesgo ante la ausencia de incentivos “suficientes” que acompañen a quienes trabajan por la restauración y cuidado de áreas protegidas.
La Bio-reserva Karadya nace hace más de 12 años, cuando la pareja adquirió unas 100 hectáreas de selva dentro del corredor biológico para desarrollar un proyecto de restauración del área. En paralelo, diseñaron un emprendimiento de ecoturismo especialmente para los amantes de las aves. Así nace en 2010 “Karadya Birding-Lodge”.
En el año reciben visitantes en forma programada ya que tienen dos logde disponibles. Antes de la pandemia por COVID-19 se destinada casi exclusivamente al turismo internacional, o recibían delegaciones de investigadores y observadores de aves. Después, frente a las restricciones que sufre el turismo, es un volver a empezar y reacomodarse para retomar trabajos postergados, explicaron.
“La creación de Karadya está ayudando a proteger la fauna, la flora y los ecosistemas de vital importancia en nuestra área, y estar dentro del Corredor Biológico es parte del restablecimiento del libre movimiento de la vida silvestre en toda el área y entre los Parques Provinciales limítrofes. Nuestra reserva es esencial para garantizar la continuidad y conectividad de las áreas naturales de este Corredor”, explicaron.
La propiedad está ubicada en el noreste de la provincia de Misiones, al este del Parque Provincial Urugua-í, 20 kilómetros al sur de la ciudad de Andresito por la Ruta Nacional 101 pavimentada, y a solo 80 kilómetros por camino sin asfaltar desde las Cataratas del Iguazú, a través del Parque Nacional Iguazú. Desde Puerto Iguazú se puede llegar a la reserva por la Ruta Nacional 12 asfaltada y la Ruta Provincial 19.
Valor histórico y ambiental. El documental “Un Corredor para la Vida”, de Conservación Argentina y Fundación Vida Silvestre Argentina (Año 2008).
Parque Welzc: “Frenar la degradación del ambiente es la mayor preocupación”
Para Julián y Luciana, la noticia de que la Provincia finalmente tomaría posesión del Parque Welcz fue “de una alegría enorme, y largamente esperada”.
En este sentido, explicaron que “lamentablemente durante todo este tiempo sus ambientes se degradaron muchísimo, y hubo mucha extracción ilegal de especies de árboles nativos en peligro de extinción que tenían cientos de años. Además, se realizaba sobrepastoreo de ganado y había cacería dentro de sus límites, particularmente durante la pandemia de COVID, cuando los que habitaban el Parque habían perdido cualquier respeto hacia el ambiente y los vecinos”, detallaron sobre la situación en la zona.
Sumado a ello, agregaron que la pandemia por COVID-19 no ayudó en nada en general en cuanto a la protección necesaria de la zona. “Para nosotros en particular la pandemia fue catastrófica. La mayor parte de los ingresos de la reserva correspondían al turismo, y en una enorme medida al turismo internacional. El cierre de las fronteras (que aún no están abiertas) afectó negativamente nuestras finanzas, por lo que tuvimos que cerrar el lodge hasta nuevo aviso y sólo trabajamos eventualmente con una sola de las cabañas, para recibir a pequeños grupos y turistas nacionales”, explicaron.
Esta situación también afectó seriamente a los habitantes de la zona, ya que se registró en el último año un aumento de la cacería y el desmonte ilegal en todo el corredor biológico, sumado a la ausencia de las fuerzas de seguridad que por cuestiones de prevención no podían patrullar la zona, todo esto potenció muchísimo la degradación ambiental de las áreas aledañas, describieron los profesionales.
Ante el golpe económico que debieron enfrentar para sostener el proyecto familiar ecoturístico, pospusieron también las tareas de restauración y el establecimiento de nuevas parcelas agroecológicas en Karadyá. “Sólo estamos asistiendo en lo que podemos a los investigadores que actualmente desarrollan sus investigaciones en la reserva”, indicaron.
Los profesionales explicaron que dentro de las reservas privadas del corredor es muy claro el proceso de restauración, que luego de varios años comienza a ser evidente la repercusión positiva en el aumento de la biodiversidad.
“Tenemos varios canales de comunicación entre los vecinos del Corredor Biológico y los guardaparques, y en forma constante nos pasamos novedades o alertas. La incorporación de la Reserva Yateí y otras dos parcelas al sistema de Parques Provinciales de la provincia significó un cambio muy positivo para el corredor, ya que se incorporó un destacamento de guardaparques con presencia permanente del Ministerio de Ecología en la zona desde Yateí”, valoraron los propietarios de Karadyá, al reflejar como se unieron los propietarios y organizaciones en el corredor.
Dentro del Parque Segismundo Welcz y las áreas aledañas al Corredor Biológico, la situación, hasta el momento, era completamente la opuesta. “Mes a mes se podía ver cómo desaparecían nuevos fragmentos de selva del parque, a pesar de las actas de infracción que realizaban constantemente los guardaparques. Afortunadamente la provincia de Misiones está repensando los valores o la severidad de las multas que se emiten, e incluso incorporar alguna figura penal que castigue al que destruye la selva”, remarcaron.
“Por supuesto, este proceso debe ir acompañado también de la posibilidad y el fomento de alternativas económicas amigables con el ambiente, de manera que los colonos misioneros accedan a herramientas e incentivos que les permitan generar ingresos mientras preservan la Selva y su salud”, consideraron los profesionales.
Más allá de las amenazas externas como el Cambio Climático, o internas como la caza ilegal, lo que más nos preocupa a los propietarios de reservas privadas es la falta de incentivos económicos para preservar la selva.
En la entrevista, desde Karadyá precisaron que si bien hoy existen algunos mecanismos, como los fondos de la Ley de Bosques que brindan una pequeña ayuda económica a los que conservan bosques nativos, la realidad es que los fondos “resulta insignificantes” en relación a los ingresos que podría generar cualquiera de los modelos productivos que se realizan en la zona, sean amigables con el ambiente o no.
“Mientras esto se mantenga y no se efectivicen compensaciones y beneficios económicos importantes para los que conservan los ambientes naturales, creemos que será prácticamente imposible detener la deforestación”, advirtieron Julián y Luciana.
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Por Patricia Escobar
@argentinaforest