Investigadores de la Universidad de Nottingham han dado un paso fundamental hacia la mitigación del cambio climático con el desarrollo de un nuevo sistema para capturar dióxido de carbono (CO₂) antes de que llegue a la atmósfera. El estudio, recientemente publicado en la revista científica Chemical Engineering Journal, describe una innovadora tecnología basada en materiales esponjosos granulares que prometen transformar la manera en que las industrias gestionan sus emisiones de gases de efecto invernadero.
El CO₂ es uno de los principales responsables del calentamiento global, y reducir su presencia en la atmósfera es un objetivo clave para alcanzar las metas climáticas acordadas a nivel internacional. La captura de carbono, especialmente en el lugar de emisión, se perfila como una de las estrategias más eficaces para lograr este cometido. Sin embargo, su aplicación a gran escala enfrenta importantes desafíos técnicos y económicos.
El equipo de científicos británicos ha logrado superar algunos de estos obstáculos al diseñar materiales avanzados que combinan eficiencia, resistencia y facilidad de regeneración. El desarrollo central del proyecto se basa en compuestos de estructura magnética (CMM), que integran dos componentes fundamentales:
-
Estructuras metalorgánicas (MOF): materiales altamente porosos con una gran capacidad para absorber dióxido de carbono, incluso en presencia de otros gases.
-
Nanopartículas magnéticas: que permiten calentar el material mediante campos magnéticos, liberando el CO₂ atrapado sin necesidad de aplicar calor externo directo, lo que reduce significativamente el consumo energético del proceso.
Hasta ahora, el uso de MOF en forma de polvo representaba una barrera para su implementación industrial, ya que su fragilidad y manipulación dificultaban su aplicación en entornos exigentes como centrales eléctricas o plantas químicas. Los investigadores de Nottingham resolvieron este problema transformando estos polvos en gránulos robustos, capaces de soportar condiciones industriales sin perder su capacidad de captura.
Uno de los hallazgos más significativos del estudio fue el impacto del alcohol polivinílico (PVA) como aglutinante. Al utilizar apenas un 4 % de este compuesto, la resistencia mecánica de los gránulos aumentó en un 107 %, lo que garantiza una mayor durabilidad del material en procesos prolongados. Además, la incorporación de nanopartículas magnéticas mejoró notablemente la transferencia de calor dentro del material, lo que permite liberar el CO₂ capturado con mayor eficiencia energética.
“El desarrollo de estos materiales nos acerca a tecnologías de captura de carbono que no solo son efectivas, sino también viables desde el punto de vista energético y económico”, afirmó el investigador principal Luke Woodliffe, quien destacó que esta innovación podría facilitar una adopción más amplia en sectores industriales de alto impacto.

El potencial de este avance es considerable. Si se implementa a gran escala, permitiría capturar CO₂ en el mismo punto de emisión, directamente desde chimeneas de fábricas, centrales térmicas u otras instalaciones industriales. Esto no solo reduciría drásticamente las emisiones, sino que también posibilitaría el almacenamiento o reutilización del carbono en procesos industriales circulares, como la producción de combustibles sintéticos, plásticos biodegradables o incluso materiales de construcción.
Más allá de su impacto técnico, este tipo de desarrollos refuerza los esfuerzos globales por alcanzar una economía baja en carbono. Países de todo el mundo, incluyendo el Reino Unido, se han comprometido a lograr emisiones netas cero para mediados de siglo, y tecnologías como esta serán esenciales para alcanzar esos objetivos.
La captura de carbono, junto con la transición hacia energías renovables, la electrificación del transporte y la eficiencia energética, forma parte de un conjunto de soluciones imprescindibles para enfrentar la crisis climática. Lo destacable de la investigación de Nottingham es que propone un método más económico, escalable y sustentable, reduciendo las barreras tecnológicas que han limitado hasta ahora su adopción masiva.
En definitiva, esta innovación representa una luz de esperanza en la búsqueda de soluciones concretas para uno de los mayores desafíos del siglo XXI. A medida que el cambio climático continúa afectando al planeta con fenómenos meteorológicos extremos, pérdida de biodiversidad y alteraciones en los ecosistemas, cada avance cuenta.
Y si este sistema logra consolidarse y expandirse, podría marcar un antes y un después en la forma en que las industrias abordan su responsabilidad ambiental, permitiendo un equilibrio más armonioso entre desarrollo económico y protección del clima.
Tal vez te interese leer: https://valorambiental.com.ar/historicochina-reduce-emisiones-de-carbono/