Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) reveló que la capa de ozono sobre la Antártida está en proceso de recuperación, como consecuencia de la reducción de sustancias que la deterioran. La investigación, publicada en la revista Nature, es la primera en demostrar con alto grado de confianza estadística que esta mejoría responde directamente a la disminución de los compuestos que afectan el ozono y no a factores climáticos o al incremento de gases de efecto invernadero en la estratosfera.
Susan Solomon, profesora de Estudios Ambientales y Química en el MIT y autora del estudio, destacó: “Este es realmente el primer trabajo que cuantificó la confianza en la recuperación del agujero de ozono”. Además, subrayó la importancia del hallazgo: “Con un 95 por ciento de confianza, se está recuperando, lo cual es fantástico y demuestra que realmente podemos resolver los problemas ambientales”.
La investigación fue liderada por Peidong Wang, estudiante de posgrado en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS) del MIT, y contó con la participación de Kane Stone, también del EAPS, junto con expertos de otras instituciones. La Fundación Nacional de Ciencias y la NASA respaldaron el trabajo.
El impacto del Protocolo de Montreal
El ozono en la estratosfera terrestre actúa como un escudo contra la radiación ultravioleta del sol. En 1985, se descubrió la existencia de un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, que se abría entre septiembre y diciembre, permitiendo la llegada de radiación ultravioleta a la superficie, con consecuencias perjudiciales para la salud.
Un año después, Solomon y su equipo identificaron que los clorofluorocarbonos (CFC), usados en refrigeración y aerosoles, eran responsables del fenómeno. Este hallazgo llevó a la firma del Protocolo de Montreal en 1987, un tratado internacional que promovió la eliminación progresiva de los CFC y otras sustancias nocivas para el ozono.
En 2016, un trabajo liderado por Solomon ya sugería indicios de recuperación del ozono, aunque no se podía atribuir con certeza esta mejoría a la reducción de los compuestos dañinos.
Un método innovador para evaluar la recuperación
El nuevo estudio del MIT empleó la técnica de “huella dactilar”, desarrollada por el físico Klaus Hasselmann, premio Nobel en 2021, para distinguir los efectos del cambio climático. Esta metodología permitió a los investigadores analizar datos satelitales y simulaciones atmosféricas desde 2005, comparando escenarios con diferentes niveles de gases de efecto invernadero y sustancias que destruyen el ozono.
Los resultados mostraron que, a partir de 2018, la recuperación del ozono en la Antártida se hizo más evidente y se pudo afirmar con un 95 por ciento de confianza que esta mejoría se debe principalmente a la reducción de los compuestos dañinos.
Peidong Wang resaltó que, luego de 15 años de observaciones, la relación señal-ruido es suficientemente clara como para descartar que la recuperación sea solo un efecto de la variabilidad climática.
Si la tendencia continúa, Solomon anticipa que para 2035 podrían registrarse años completos sin agotamiento de la capa de ozono en la Antártida. “Podríamos llegar a ver un año en el que no se produzca ningún agotamiento del agujero de ozono, y eso será muy emocionante para mí”, expresó.
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