miércoles, noviembre 27, 2024
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Afirman que el cambio climático hizo que la ola de calor en Argentina sea 60 veces más probable

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Una investigación liderada por la iniciativa World Weather Attribution (WWA) con el objetivo de determinar las causas de la sequía concluyó que el cambio climático hizo que la ola de calor que afectó a la Argentina en diciembre pasado fuera 60 veces más probable y que la región recibiera menos de la mitad de las lluvias habituales en la campaña de cultivos de verano..

De acuerdo con el informe, en el primer período de tres años consecutivos de ocurrencia del evento La Niña durante este siglo y con una sequía estacional que se agravó desde el último trimestre de 2022 a la fecha, gran parte de Argentina, Uruguay, el sur de Brasil y parte de Bolivia han recibido solo el 44% de las precipitaciones promedio para la zona entre octubre y diciembre de 2022. Esto representa el nivel de lluvias más bajo en los últimos 35 años desde que se tienen registros.

Los científicos de Argentina, Colombia, Francia, Estados Unidos, Holanda y el Reino Unido que realizaron la investigación aseguraron que las consecuencias en la producción agrícola representan una pérdida de al menos de la mitad las cosechas anuales en trigo y soja en Argentina, con déficits de exportación del 25% al 50% y un grave impacto económico.

Además, entre los impactos de la sequía señalan la falta de acceso al agua de unas 75.000 personas en Uruguay y un acceso limitado para cultivos y ganado en varios países de la región.

A través de modelos de simulación, el estudio determinó que, más allá de la variabilidad natural que promueve La Niña, el cambio climático antropogénico multiplicó las intensas olas de calor que castigan al sur de Sudamérica y agravó la sequía por las temperaturas extremas.

Los resultados mostraron un interesante patrón de relaciones: “Para identificar si la reducción de las precipitaciones es una tendencia real que se pueda atribuir al cambio climático antropogénico más allá de la variabilidad climática natural, estudiamos los eventos de pocas lluvias que ocurren con probabilidad de 1 en 20 años. Encontramos que, mientras los modelos muestran que estos eventos disminuyen, en las observaciones tienen una tendencia positiva, aunque no significativa, y compatible con la variabilidad natural. Por lo tanto, no podemos atribuir las bajas precipitaciones al cambio climático”, advierten. Sin embargo, “las temperaturas más altas en la región, que si se han atribuido al cambio climático, han disminuido la disponibilidad de agua observada a fines de 2022 lo que indica que el cambio climático probablemente también redujo la disponibilidad de agua aumentando así la sequía agrícola”.

El Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica (SISSA) explicó que esto indica la existencia de una combinación entre la variabilidad natural y la señal de cambio climático antropogénico especialmente detectable y atribuible en el alza de las temperaturas. Según el reporte, el aumento de las olas de calor extremo condujo a un déficit en la disponibilidad de agua debido a un incremento de la evapotranspiración. Esta pérdida de humedad en la superficie y en la vegetación es la que habría provocado la exacerbación de la sequía.

Esto perjudica seriamente a las economías de los países afectados, principalmente en el sector agropecuario y en la generación de energía hidroeléctrica. “El alto impacto de la sequía en la agricultura requiere reducir la vulnerabilidad a la sequía en la región. Medidas como la mejora en la administración y la eficiencia del agua, la anticipación de la sequía a través de pronósticos climáticos y la implementación de seguros específicos que ayuden a los agricultores durante los ‘años secos’ pueden aumentar la resiliencia ante estos eventos”, concluye el estudio.

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