Nació en Santo Pipó. Tiene 57 años y más de 30 años de carrera en el oficio de guardaparque. Es uno de los primeros baqueanos de Misiones, hombres que se los reconoce como pioneros en el cuidado del monte misionero, que marcaron el rumbo en lo que hoy es la historia y trayectoria del Cuerpo de Guardaparques de Misiones. Mucho se sabe y se conoce del legado que dejaron con la protección de la selva, pero muy poco sobre lo que perdieron por ello.
Oriundo de la localidad de Santo Pipó, Onécimo Olivera nació en el Paraje Santa María un 27 de junio de 1965. Con 57 años, tiene más de 30 años de carrera en este oficio de recorrer cada rincón de las áreas naturales protegidas para su control y fiscalización, perfil que fue fortaleciendo con la experiencia en los patrullajes de las áreas naturales y trabajo que eligió desde que fue convocado por el gran maestro de los guardaparques baqueanos, Don Segismundo Welcz. El desafío era “patrullar” el territorio en resguardo de los recursos naturales de Misiones.
Onécimo reside actualmente en San Ignacio, con su esposa y compañera de vida Cristina, con quien lleva 24 años de casado, y tienen un hijo, Fernando, es estudiante universitario y sin dudas, el motor de sus vidas.
Cuenta que la familia siempre lo acompaña y apoya en todas sus actividades como guardaparque, esas difíciles decisiones que incluyen traslados a un nuevo destino cuando así de lo asignaban, según donde se lo requería para el servicio.
Asegura que no tiene un lugar preferido de todos los rincones verdes y únicos que conoce y custodia en la distintas zonas en las que trabaja en la provincia. “Todos son lindos lugares, son áreas naturales importantes desde el punto de vista de la biodiversidad. Uno personalmente le pone su impronta cuando está asignado a la guardia de un Parque Provincial, es más, nunca elegí un lugar para trabajar ya que siempre fui donde la institución me designó”, sostuvo el guardaparque..
Actualmente es coordinador de Zona Sur. El baqueano misionero fue adquiriendo experiencia en el territorio y ejerció varias funciones: fue Guardaparque, Jefe de Parque Urugua-i (Andresito), Jefe de Parque Moconá (El Soberbio), Intendente de Áreas Naturales Protegidas de la Provincia, y coordinador de Zona Centro hasta asumir en la actualidad la Coordinación de Zona Sur, ocupándose de la gestión y logística de los parques provinciales PP Teyú Cuare, PP Salto Encantado, PP De la Sierra, PP Profundidad, Parque Federal Campo San Juan, entre otras áreas.
Se reconoce a los “baqueanos de Misiones” como aquellos hombres que tienen conocimiento del monte o del terreno de las áreas naturales desde antes de la creación de la carrera de Guardaparques, del Sistema Provincial de Áreas Protegidas y sus parques provinciales o de la nutrida legislación vigente, aunque fueron protagonistas de todo un proceso inicial mucho más hostil que el actual, aunque para ellos es una anécdota de las experiencia que les tocó vivir, y hoy disfrutan con orgullo ver lo que queda en pie del Bosque Atlántico o Selva Paranaense.
Onécimo es uno de este grupo de baqueanos que en silencio custodiaron todos los días –las últimas tres décadas- la Selva Misionera. Entre ellos, se encuentra Aloisio Foletto que compartió su historia de vida, sus compañeros Víctor Zemunich, Ricardo Freyer, Rubén Raúl Abramson, Roberto Moreyra, Ricardo Escobar, Miguel Giménez, Jacinto Sosa, Miguel Azarmendia, Mariano Chudy (ya retirado hace algunos años). Y recordamos al recientemente fallecido baqueano Eustaquio Rodríguez, quien al igual que sus compañeros, le dedicó 34 años de su vida a proteger la biodiversidad de la provincia.
Estos primeros agentes públicos, incorporados en la década de los años ochenta, vivieron condiciones laborales no solo más precarias, sino también las más adversas que se recuerdan en este oficio por el aislamiento geográfico, con asentamientos en carpas en sus guardias o viviendas precarias, carencia de electricidad y de agua potable, y otras condiciones insalubres como letrinas y baños sin instalaciones de agua caliente, falta de movilidad o vehículos para cada Área Natural Protegida, falta de comunicación, entre otras condiciones que con el tiempo y la experiencia fueron cambiando. En cuanto a su dedicación laboral, hablamos de una entrega mensual promedio de 35 días que con el correr de los años y por el propio planteo de los guardaparques, se fueron reduciendo de 20 días o menos hasta lograr el sistema actual de guardias y francos.
En la Cámara de Diputados de Misiones se dio curso en junio al proyecto de ley de Régimen de Ventana y Moratoria Previsional para beneficiar al grupo que conforma el personal más antiguo de Guardaparque de la Provincia de Misiones, con una medida que pretende efectivizar una reparación histórica para los baqueanos o “prácticos”, quienes fueron elegidos para su labor por su conocimiento del monte o del terreno oportunamente hace más de de 30 años, y se desempeñaron durante estas últimas décadas en su rol de guardianes de la selva.
Guardaparque, las 24 horas y los 365 días del año
“Siempre uno está de guardia” explica, ya que venía de un evento público que se realizó en la localidad en horas del mediodía y solicitaron su apoyo. Y Onécimo siempre está disponible y predispuesto, con su uniforme “verde” listo para la tarea, si de protección de las áreas naturales se trata. “Nuestro trabajo es un servicio público, somos guardaparques las 24 horas, todos los días. La comunidad, los vecinos así nos reconocen y por ello nos buscan ante cualquier problema, más allá de las cuestiones de fiscalización ambiental, hay aspectos sociales que atender. Hacemos educación ambiental, reforestación de especies nativas, actividades solidarias o sanitarias (acompañamos a los agentes sanitarios en campañas de vacunación en algunas áreas rurales), un montón de cosas”, explica el baqueano.
Pero ya en su casa, de a poco se fue desconectando de sus preocupaciones y entre sus cajas de fotografías y las memorias de anécdotas que iban surgiendo ante las preguntas del periodista, comenzó a relatar fragmentos de su carrera, su formación en este oficio muy particular, donde aprendió a convivir con la responsabilidad de custodiar la biodiversidad de la Selva Misionera y la vida familiar, que no fue nada fácil. “Pero es el trabajo que elegí”, aclara.
Onécimo define a un “baqueano” como esa una persona con conocimientos básicos dónde tiene la posibilidad y necesidad de intercambiar conocimientos con los que los rodean y crecer con el progreso, luchando día a día con la tecnología, nuevas leyes, etcétera. “Siempre con ganas de superarse y acompañar a los compañeros que se suman al plantel”.
Compartiendo sus registros históricos, de un proceso que aportó a la construcción del sistema de las ANP, es consciente que “entre todos los baqueanos” dejaron una huella para los nuevos guardaparques. Sus imágenes captan momentos únicos de actividades realizadas en aquellos tiempos, donde no había teléfono celular ni cámaras digitales. “La verdad que uno mirando hacia atrás se da cuenta que hizo un gran esfuerzo respecto a lo que es hoy el sistema, y aún hay mucho por hacer hacia el futuro”, expresa.
Los guardaparques se fueron organizando, y desde el Ministerio de Ecología de Misiones se fue acompañando en capacitaciones, cursos, en la creación con la UNaM de la carrera técnica, y la creación del Cuerpo de Guardaparques. “Entre todos fuimos aportando ideas o incluso reclamos para lograr las mejoras condiciones laborales en el transcurso del tiempo”, remarca Onécimo.
“Falta mucho por hacer aún, pero se hizo mucho también”, expresa el baqueano tras compartir memorias que lo emocionaron, momentos, circunstancias, cientos de anécdotas divertidas que venían a su mente pero se las reservaba con alguna sonrisa pícara y otras que prefería “olvidarlas” por malas experiencias, aunque sobre todo reflexionaba que “las situaciones vividas fueron siempre un aprendizaje, me gusta mi trabajo, siempre me gustó, y lo volvería a elegir”, sostuvo.
“Ser guardaparque tiene, como todos los trabajos, sus responsabilidades y particularidades. Pero está claro que no es un trabajo que se lo pueda definir como normal. Es muy duro, hay que tener vocación, formación y mucha disciplina. En esa misma línea, hay que tener contención emocional, espiritual, familiar, laboral para ejercerlo de la mejor manera. No fue nada fácil en los inicios, sobre todo los primeros 10 años. Pero era nuestro trabajo, que es lo más importante, es el sustento de nuestras familias”, explica.
Los tiempos cambiaron, pero décadas atrás las circunstancias laborales hacían todo más complejo aún en el monte, sin viviendas, sin movilidad, recorriendo semanas el monte misionero hasta que llegara el relevo. “Uno se iba a la guardia por semanas o a veces más de 30 días, y sabíamos que hasta que no entraba la camioneta a buscarnos con el relevo, no teníamos comunicación con nadie, incluso nuestros familiares. El patrullaje era con asentamientos en carpas o en caballos muchas veces. No había viviendas como ahora, no había comunicación de celulares, ni vehículos en los parques. Había uno solo para los parques que se iban creando. Además, éramos muy pocos guardas, y en zonas como Urugua-í, Esmeralda, o Moconá, no teníamos vecinos cerca. No teníamos comodidades, los puestos los fuimos construyendo y mejorando con el tiempo”, explicó respecto al contexto en el que vivieron los baqueanos.
“De todas formas, mi experiencia laboral no fue mala, porque siempre lo tomé como que era así el trabajo y sus circunstancias, aprendí del compromiso de Segismundo Welzc quien me convocó por mi conocimiento en el terreno, y también a mis primos, cuando trabajábamos en una constructora realizando caminos y accesos en la zona norte, lo que nos permitió conocer el área y sus montes. Nosotros nos quedábamos semanas en el monte, realizando las mensuras y los controles en defensa del ambiente”, relató.
Welzc había nacido en Colonia Lanusse, en Wanda, muy cerca de donde en la actualidad está el Parque Provincial Urugua-í. Fue el “maestro” de los guardaparques, recordado como un ejemplo, de vasta trayectoria en la dirección de Tierras y Colonización de la provincia, para luego pasar a desempeñarse en la Dirección de Áreas Naturales Protegidas al crearse el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables. Incluso, en su memoria se creó en el área el Parque Provincial que lleva su nombre, en el Corredor Biológico Foesters – Urugua-í.
Onécimo integró el grupo de los primeros baqueanos que formó Segismundo para demarcar las mensuras de los parques en compensación de la Represa Urugua-í, planificando el área del Parque Provincial, junto a sus primos, sus compañeros Aloisio Foletto y Víctor Zemunich, entre otros.
El Ministerio de Ecología se creó en el año 1984. La primera área protegida provincial creada fue el Parque Isla Malvinas en el año 1982, de unas 10.000 hectáreas, la misma pertenecía a una serie de reservas forestales que la Ley 854 había creado. Por ese entonces, la recuperación del gobierno democrático como país, llevó a la provincia a la creación de la cartera ambiental, medida con la cual otras tierras pasaron bajo la tutela del estado provincial para el resguardo del patrimonio forestal y natural.
Tiempo después, con el trabajo institucional y de personas comprometidas con el ambiente, se inicio un proceso que derivó al actual sistema de Áreas Naturales Protegidas y la conformación del Cuerpo de Guardaparques.
En la actualidad hay tres guardaparques de apellido Olivera: “Somos familia”, explica Onécimo. “El primero de mis primos que se incorpora es Enrique, le sigo unos meses despuésy por último se sumó Norberto, que es un ex combatiente de Malvinas. Somos primos, y siempre trabajamos juntos en las empresas constructoras. Fue construyendo caminos y accesos en la zona norte que conocimos el territorio de la selva misionera y por ello nos contrataron”, recordó.
De muy joven, sus inicios laborales fueron como empleado rural, y después de realizar el Servicio Militar Obligatorio trabajó en una empresa constructora con sus primos, dónde conoció el Parque Isla Malvinas, en Ruta 19. “En aquella época, se trabajaba en la reapertura de camino, en pleno monte donde tenía campamento sobre el arroyo Uruzú. Esta experiencia fue la que me permitió conocer toda la zona, la ruta 25 que limita con Brasil en Andresito”, precisó.
El dúo Olivera – Zemunich, guardianes históricos de las ANP en la zona Norte
Onécimo sostiene que su forma en llevar adelante su carrera estuvo influenciada por Segismundo Welcz hasta la actualidad, por su ejemplo y sus consejos. “Tuve la oportunidad de compartir mucho tiempo con él, charlas, planes de trabajos, actividades públicas, operativos, mates y asados. Después con varios otros baqueanos de quienes aprendí mucho fue con Víctor Zemunich, Mariano Chudy y otros más. Siempre me gusta escuchar y aprender de la experiencia de mis compañeros”, expresó.
Recuerda que estuvo de guardia con Víctor Zemunich por dos años seguidos en distintos parques: Moconá, Uruzú, Esmeralda. “Después nos dividimos para trabajar con otros Guardaparque que ingresaban al sistema. Personalmente siempre cuidé mucho el tema de mantener una buena convivencia con mis compañeros, de respeto, y tuve la suerte de pasar bien las guardias con muchos colegas”, recuerda el baqueano, y sonríe frente a tantas anécdotas que se le vienen a la memoria.
Ante la pregunta si tuviera que dar un consejo a las nuevas generaciones de guardaparques, dijo : “Deben saber que cada uno en particular tiene algo qué más le gusta en esta profesión, y no deben dudar en desarrollar sus capacidades. Tenemos la libertad de desarrollar plenamente la misma dentro del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas de Misiones ya que la institución nos da libertad de acción, siempre dentro de los que nos compete. Por eso es importante identificar cuáles son nuestras actividades más afines (fiscalización, educación ambiental, observación de especies, etcétera)”, expresó.
Las y los guardaparques tienen distintos perfiles, en el caso de Olivera prefiere la patrulla y el recorrido en terreno antes que las actividades de oficina. “El nuestro es un oficio muy particular. Considero que ser guardaparque es una elección de vida por lo que implica. Poca gente se levanta a las 4 de la mañana para preparar un reviro y salir a recorrer el monte sin importar las horas de caminata y los kilómetros recorridos verificando que no haya cazadores furtivos o recorriendo el territorio para marcar presencia en las ANP. Y durante esa patrulla pueden suceder muchas cosas, siempre se está en riesgo y por eso nos entrenamos para esto. Uno siempre debe estar atento a cualquier enfrentamiento o para evitar cualquier accidente laboral que son frecuentes en zonas boscosas”, explica.
En esa línea, expresó que se requiere de mucho esfuerzo físico, mental y de gran fortalecimiento emocional para el trabajo de guardaparque, y esto poca gente lo entiende aún. “En los parques tenemos el control y fiscalización de las infracciones ambientales en los recorridos que realizamos, pero también hay un fuerte trabajo de prevención y educación ambiental con los vecinos y la comunidad en general, mantenimiento y limpieza de las áreas de acceso público, relevamientos técnicos e informes, entre otras responsabilidades en las guardias. Es un trabajo que implica aprender a convivir con tus compañeros de guardia, y con la distancia de los afectos durante esas semanas en las que estamos realizando nuestra tarea. Si bien elegimos y necesitamos trabajar, porque de eso se trata, más allá de que nos gusta, tenemos que cumplir con nuestra actividad. Y es una realidad que renunciamos a muchas cosas por ello, que corresponden a la vida cotidiana que tiene el común de la gente, pero que nosotros no compartimos porque estamos lejos de casa la mayoría del tiempo”.
Este desarraigo al que se refiere es tal vez el punto en común que todos los guardaparques mencionan como la huella más profunda en su elección laboral de ser custodios de la biodiversidad de la selva misionera en las áreas naturales protegidas de la provincia.
Condiciones laborales que dejaron huellas
Dialogamos también respecto a los cambios más marcados que se dieron en las condiciones laborales para los baqueanos durante estas tres décadas, y Onécimo señaló que se lograron muchas mejoras. “Seguro aún no lo suficiente, siempre hay falencias como toda institución. Las guardias antes eran de 30, 32 o 35 días, generalmente era con asignación de dos “guardas”. Teníamos un solo vehículo para todas las Áreas de la provincia, había escasa o nada de comunicación, teníamos que ir hasta algún teléfono fijo si queríamos comunicar algo a Posadas. Los vecinos más cercanos estaban a muchos kilómetros a la redonda de donde nos asentábamos para las guardias”, describió.
En aquella época, no había manera de conservar los víveres y eso fue siempre un gran problema, que hoy lo sienten en el cuerpo. “Al no tener heladeras para mantener los alimentos, y pasadas las semanas, necesitamos mejorar la alimentación porque se ingería mucho chacinados o enlatados. Esa secuela va quedando con el tiempo, porque el estomago se deteriora, y bastante, por la mala alimentación. No tener comida fresca para ingerir para alimentarnos más sano es un punto importante para nuestra tarea. A veces no llegaban con las mercaderías hasta la guardia, o se demoraban. Había que arreglarse con lo que se podía, y con el tiempo, el cuerpo te pasa factura. Hoy no quiero que ningún guardaparque quede en un puesto si no se tienen las condiciones básicas en la vivienda, porque lo viví”, expresó Onécimo.
El otro factor que todos los baqueanos coinciden es en cómo afectó emocionalmente el aislamiento vivido en los parques por diferentes razones, un aspecto que fue trabajado en las distintas gestiones del Ministerio de Ecología de la provincia logrando avanzar en acortar los días entre guardias y francos.
El lidiar entre el trabajo a la distancia y la familia no fue sencillo. “La familia es lo más difícil, en mi caso me casé a los 33 años, en el año 1998. En el 2001 nació mi hijo Fernando. Sobrevivimos con Cristina a todas las dificultades ya que era ella la que tenía que arreglarse sola con nuestro hijo, yo siempre trabajando lejos. Pero era mi trabajo, y por ello siempre me acompañaron. Es hasta hoy el único ingreso que tenemos en la casa” explica.
Onécimo sostiene que la distancia establecida por el régimen de trabajo que llevan adelante, afecta a la mayoría de sus colegas, debido a que se pierden muchas cosas importantes de sus vidas por estar varios días en la guardia. “Este trabajo es así, pero es un proceso que finalmente no todos lo asimilan de la misma manera”, admite.
En la actualidad, los guardaparques realizan guardias de 7 o 14 días como máximo, hay más medios, y aunque la comunicación sigue siendo un problema en las zonas de selva misionera, hay muchas más posibilidades de recursos y más personal, indicó.
“El trabajo de guardaparque tiene aspectos que mejorar como en muchas otras actividades en cuanto a sus condiciones, pero hay características que son parte y que vienen con este trabajo, que no van a cambiar. Eso también se debe entender para este oficio. Es una profesión dura, sí. A nosotros nos pasó que mucha gente que ingresó a trabajar era con esa idea de estar en un ámbito donde realizarían recorridas con sombreros en la selva, esa idealización de un trabajo tranquilo en un parque y con eso de tener una fuente laboral, ya era todo. Pero cuando comienzan a trabajar, se quedan 30 días aislados, y después de la experiencia se retiran. Eso hasta hoy sigue pasando, porque para muchas personas hasta estar 7 días lejos de su familia o entorno cercano ya es difícil, les cuesta. Y se dan cuenta después de lo que es realmente el trabajo de un guardaparque, y no aguantan”, dijo el baqueano.
Por otro parte, es importante el esfuerzo físico cotidiano que exige este trabajo. “Para llevarlo bien hay que estar fuerte emocionalmente, espiritualmente, moralmente. Hay que tener una vida ordenada en casa para venir a la guardia con tranquilidad porque en el trabajo, además, tenemos que administrar otras situaciones. Si se suman las dos cosas con situaciones de preocupación, el día a día en la guardia se hace complejo para la persona. No es nada fácil llevar adelante la tarea si no se tiene una vida ordenada”, reflexionó durante la charla.
Por ello, el sostén familiar o de los vínculos más cercanos es clave en este trabajo. “Salir sano del hogar con destino a tu puesto, lograr que todos los “patitos” estén encaminados antes de salir de la casa es lo ideal. De lo contrario, pesaba mucho si dejabas a tu hijo, o tu madre con algún otro problema, ya te ibas con esa preocupación y quebranto que te sacaba de lo otro, de la concentración en nuestra tarea en el parque. Pero somos seres humanos, en aquella época no había comunicación como hoy, entonces recién a los 30 días podías enterarte que sucedió con todo aquello que te preocupaba desde lo emocional”, relató.
Algunas situaciones laborales han cambiado, por un lado, pero por otro, es una realidad que de aquellos baqueanos quedan muy pocos. “Hoy ya no queda el guapito que se aguantaba 30 días porque no venía su relevo. Eso ya no existe sin un reclamo, o llega el fin de la guardia y se van si no tienen respuestas. Y en buena hora que así sea, y que no naturalicemos estas circunstancias. Antes salíamos de la guardia de 30 días, estábamos en casa 10 días, y si nos buscaban por algo, nos quedábamos de vuelta dentro del parque otros 30 días y nadie se quejaba. Era así. Pero el tiempo pesa, el cuerpo queda con huellas. Hoy la gente cambió y el sistema mejoró, para el bien de todos. Eso que hacíamos antes ya no se puede hacer más, es parte de la historia de los baqueanos guardaparques”, asegura Onécimo.
En la actualidad, este cambio vino acompañado de mayor escucha y solidaridad entre compañeros u compañeras, que cuidan y guían a los nuevos integrantes, y luchan para que tengan las mejores condiciones que se puedan en el puesto, y contención en su casa. “Es mi manera por lo menos de trabajar, me preocupo por la persona. Eso lo aprendí de mi jefe Segismundo Welzc, siempre era de preguntarnos si estábamos bien, si podríamos quedarnos, toda esas cuestiones humanas son importantes para avanzar en el trabajo porque hay compañeros que necesitan de esa contención de equipo”, agregó el guardaparque.
Por otra parte, es necesario mantener una buena convivencia con los compañeros en el parque. “Ese es un tema súper importante”, dijo.
“El guardaparque presta un servicio público, y requiere de capacitación permanente”
Respecto a la formación de los baqueanos, Onécimo sostuvo que los guardaparques brindan un servicio público que hoy tiene la mirada del mundo con importantes desafíos climáticos, por lo tanto, requiere de constante capacitación. “Tuve la suerte de que siempre se me brindó la oportunidad de capacitarme en forma permanente en Ecología”, dijo, y compartió los cientos de certificados otorgados durante estos años sobre cursos a los que asistió. “En todo lo que estaba dentro de mí alcance pude capacitarme, trasmitir a otros lo aprendido y poner en práctica con mis colegas en los distintos parques dónde trabajé, siempre con el consenso y la ayuda de todos”, dijo.
También tiene conocimiento de manejo de armas ya que se realizaron varios cursos organizados por Ecología, además que estuvo en el ejército y realizó el Servicio Militar Obligatorio, siempre realizó guardias en parques en zonas de frontera.
Incendios forestales
Si bien realizaron capacitación y cursos en combate de incendios dirigidos para guardaparques ante los riesgos climáticos que amenazan las áreas naturales, recién este verano se puede decir que se enfrentaron en el PP Salto Encantado a incendios muy complejos para combatir. Fueron semanas de lucha contra las llamas, desde las 6 de la mañana hasta la noche, sin vacaciones ni relevos, luchando contra el fuego. Debe ser difícil emocionalmente para los y las guardaparques ver como las llamas devoran lo que tanto custodian todos los días.¿Post incendios, cómo trabajan todo esto?
Si. Nos conteníamos mutuamente en el equipo. Por el momento, no hay intervención de terceros. Trabajé muy cerca del guardaparque Fabio Malosh y su equipo durante y después de los incendios, principalmente desde lo emocional.
La realidad es que manejamos la situación entre compañeros, incluso ordenando que se retiren a descansar, que aflojen un poco, que se recuperen. Había que ponerles un freno, porque eran más de tres semanas de lucha contra los incendios y no paraban. No querían irse del frente de batalla. Y a veces no se trata de recursos.
Por eso, llega un momento que están desorientados por la propia situación que desespera, y deben tener claro hasta dónde es parte del aguante laboral y cuándo hay que cuidarse en lo personal. Y fue en ese momento cuando trataba de intervenir y poner paños fríos en el equipo.
Además, todo se va resolviendo día a día, todo cambia de un momento a otro. Sin lluvias, no había manera de apagar ese incendio definitivamente, solo lo conteníamos. Pero contener no es lo mismo que eliminar. La tensión estaba y el fuego avanzaba dentro del parque con líneas de 5 km de largo. Fue una buena y mala experiencia.
Considero que más allá de los cursos de combate de incendios para guardaparques es más importante el conocimiento y trato del equipo en el terreno. Eso es fundamental.
El estado emocional, físico, y el conocimiento del terreno requiere de combinar las tres cosas. Son estructuras que tienen que estar bien alineadas en la persona a cargo del mando, y fortalecidas para estas situaciones de tensión y peligro.
Lo que pasó en PP Salto Encantado nunca antes había pasado. La única experiencia que recuerdo haber tenido fue en el PP Urugua-í en 2003 -2004 con un incendio que se contuvo y no llegó a ingresar dentro del parque, quedó a 500 metros. Fue en la zona de monte nativo de Piñalito, donde se quemó selva misionera. Pero lo que vimos en Salto Encantado este verano nos invadía de tristeza. Era impotencia total.
Por ello, todos los y las guardaparques deberán estar preparados y capacitados para en combate de incendios, es aspectos básicos y reacción rápida. En nuestro caso, la generación más antigua de baqueanos ya no tenemos el físico que se requiere para estas situaciones, y por ello hay que formar y preparar a los más jóvenes. Ese es el paso a dar. Y así formar cuadrillas, a cargo de dos o tres baqueanos experimentados que conocen el terreno que los acompañen.
Nosotros, los baqueanos, somos soporte. En primera línea están los bomberos voluntarios, de la policía, o brigadistas forestales de la provincia o plan de manejo de fuego, y después los guardaparques acompañando. Pero necesitamos más recursos humanos para enfrentar situaciones de incendios rurales y forestales.
Se pueden tener todas las herramientas y recursos, pero sucede que no hay recambio de personas entrenadas, rotación para el trabajo que requiere este combate, y nos quedamos cortos.
No sirve sumar voluntarios a último momento sin preparación, porque sin experiencia y entrenamiento, no saben ni para qué van. Es como ir a una guerra y no saber ni por qué se está peleando, no saben manejar las herramientas, realmente no suma.
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Ventana jubilatoria, un reconocimiento para los baqueanos
¿Y qué expectativas tiene con el proyecto de ventana jubilatoria que nuevamente está para tratamiento en la Cámara de Diputados de Misiones?
En lo personal pienso que es muy importante que salga este reconocimiento por la labor realizada desde aquella época, que era muy diferente a la actual. Sin desmerecer el esfuerzo de nadie, pero es una realidad que durante esos años eran condiciones laborales más difíciles,
El tema de la alimentación, los recursos materiales, los vehículos para salir, el aislamiento, los recorridos muy lejos de todo, sin comunicación. Realmente fue un esfuerzo grande el realizado, si miramos para atrás y analizamos las condiciones que enfrentamos. Era nuestro trabajo, y fuimos aportando experiencia en el territorio para que se tomen medidas y se logre mejorar el sistema de trabajo actual en las ANP. Somos parte de las mejoras logradas.
Pero es una realidad que no a todos les afectó de la misma manera aquellas condiciones, había que estar fuertes psicológicamente. Si no estás preparado, son condiciones que te juegan una mala pasada, porque se pierden muchas cosas que el tiempo no te lo devuelve.
Sabemos que todo es parte del trabajo, pero ese desarraigo se siente en la guardia por la distancia o el aislamiento de tus seres queridos, de tu familia o tus más cercanos, y afecta emocionalmente. Creo que es un factor a considerar, porque pasa la vida, y a la vez, el trabajo era y es una necesidad, más allá de ser el oficio que nos gustaba y nos gusta hasta ahora, hubo un gran esfuerzo por custodiar la biodiversidad de la selva misionera que se profundizará en el futuro. Necesitamos muchos baqueanos.
Con la edad, el cuerpo te pasa factura, tal vez no nos dimos cuenta, pero hicimos un gran esfuerzo en los inicios de la creación de las ANP. Hoy no quiero que ningún guardaparque vaya a trabajar sin las condiciones básicas para vivir durante su guardia. La idea es que este cómodo, porque lo he vivido y me sirve como experiencia.
Hay casos de colegas que les afectó mucho ese desarraigo vivido, perdieron muchas cosas. Y no se trata de estar preparado para este trabajo, son situaciones que cada uno lo vive diferente. A veces la vida te juega una mala pasada, y todo puede cambiar de un día para otro. Este es un trabajo de largo plazo, donde influyen un conjunto de factores más complejos.
Con el tiempo, nosotros mismos fuimos imponiendo nuestras propias metas en la guardia, trazando nuestros trabajos. Teníamos dificultades, nos faltaba movilidad, no se cobraba en término entonces no venia nuestro relevo, todo esto te preocupaba en la guardia.
Además, lo más peligroso era estar aislado, incomunicado, porque si tenías un accidente no tenías manera de salir del monte y pedir auxilio. En la guardia siempre se corre peligro en este trabajo, por ejemplo, tanto en el puesto como en recorridas, te puede picar una víbora, o una araña, o una planta que te da alergia. Cualquier cosa puede pasar, pero la diferencia es que si estás en tu casa enseguida conseguís asistencia, no es el caso del guardaparque. En aquella época quedábamos aislados, sin comunicación, no había celulares ni wifi, ni nadie cerca, eran extensas zonas rurales y boscosas. No había asistencia inmediata.
Por eso, hay que ser muy cuidadoso en tu propio trabajo para que no te pase nada. No todo se trata de cazadores furtivos o yaguareté. Tengo anécdotas buenas y malas. Por dar un ejemplo, una vez iba caminando con Víctor Zemunich, volviendo de limpiar un rumbo en el PP Esmeralda cerca de las 5 de la tarde.
En un momento me salta una víbora gigante, y me erró la pierna porque salte. Pero Zemunich venía detrás. Le grite para que se corra a un costado. Y volvimos al destacamento, mucho más preocupados que antes.
A la noche, estábamos compartiendo un mate y en un momento me dice Zemunich: “Che, Onecimo, ¿qué ibas hacer si me mordía la víbora?”.
Le miro: “¿Y qué querés que haga? Te iba a dejar ahí, hasta que venga el jefe y a los 30 días íbamos a ir a buscarte.
“Pero…¿Y no me ibas a sacar de acá?”…, me pregunta. Y ese era el problema: “¿Cómo te iba a sacar? ¿Querés que te lleve cargando por la espalda 70 km?
Y bueno, así era la realidad. Esas son las anécdotas malas. Es más difícil que un loco te pegue un tiro, a que tengas este tipo de accidentes laborales en un día del trabajo de rutina. Podes caerte caminando por senderos o picadas, o podes tener alguna alergia a determinadas plantas o picaduras, son parte del oficio.
Por ello, insisto, el principal peligro de este trabajo es estar aislado o incomunicado. Si se tiene los medios, enseguida ante una emergencia, se tiene la atención sanitaria. En este trabajo hay que ser cuidadosos. Pero también es parte del oficio.
¿Ser guardaparque requiere de una responsabilidad de dedicación completa y una vocación en particular?
Sí. Hay que ser realistas sobre lo que implica el trabajo especial de un/a guardaparque. Porque no se puede decir que es normal su rutina. No es para cualquier persona este oficio. No todos se levantan a las 4 de la mañana para hacer el reviro y salen a caminar monte adentro sin control de las horas, ni cuanto kilómetros hiciste, buscando huellas, requisando asentamiento de furtivos o trabajos de prevención de delitos ambientales.
Y los riesgos por la integridad física del guardaparque están siempre en esta actividad. Las 24 horas, sea en el puesto o en las recorridas durante las guardias. Este es nuestro trabajo diario, muchas veces invisible para el común de la gente, que cree que nuestra labor es liviana, que idealiza que estamos con el “sombrerito” sentados mirando la ecología que nos rodea. Pero no es así, es mucho más compleja la formación y el entrenamiento que hay que realizar para llevar adelante las distintas responsabilidades de estar al frente de un Destacamento de Guardaparques.
Y esto lo digo con conocimiento. Me pasa que les cuento la historia a los jóvenes y me escuchan, o las mismas personas que quieren estudiar para este oficio, pero no llegan a comprender lo que les explico si no lo vivieron en el territorio. Parece que es difícil saber comunicar de qué se trata nuestro trabajo y sus riesgos, la responsabilidad que implica, la formación. Es una elección de vida., uno es guardaparque las 24 horas, en el parque y fuera de él.
La persona debe tener carácter y resistencia para custodiar un ANP, para sostener en el tiempo su desempeño laboral. Realmente, son pocos los jóvenes de hoy que aguantan.
Sin embargo, a pesar de todo lo complejo que parece, se debe entender que es parte de nuestro trabajo. Y la mejor recompensa es mirar hacia atrás y ver que la biodiversidad de los parques y sus bosques están en pie.
No es tanto lo material el reconocimiento al trabajo. Si me dicen lo “extra buena” de la jubilación que pueda darse con la ventana jubilatoria, que me voy alegrar sin dudas (aunque nunca pensamos en esta posibilidad) la verdad es que hicimos un gran esfuerzo, el desarraigo fue grande, pero el bosque está en pie. Y eso habla de lo que dejamos. Todos los baqueanos de la institución estamos orgulloso de eso.
¿En qué momento de la carrera toman real conciencia de que les pesa más o menos el aislamiento vivido?
Eso es algo que se siente en la guardia siempre. En el día a día. Uno teniendo 25 o 27 años en una primera etapa lo lleva mejor, está soltero. Pero cuando se trata de personas que ya tienen familia, que no ven a los hijos crecer, que no se los acompaña en los actos de la escuela, al médico, que estamos ausentes en los cumpleaños, navidades, de todo. Muchas cosas se pierden. Y no se recuperan nunca más.
El trabajo es así. Fue y es una necesidad económica, además de ser una elección porque nos gustaba y nos gusta hasta la actualidad. Como dije anteriormente, la recompensa para nosotros es ver que los bosques hoy están en pie en Misiones.
Estos días de agosto que nos reunimos con mis compañeros por el Estatuto de Guardaparques, reflexionaba en las reuniones que nosotros, muchas veces fuimos imponiéndonos nuestros trabajos y metas, no era que la patronal nos presionaba a hacer tal o cual cosa, o estar 30 a 35 días. Pero teníamos muchas dificultades, clima, caminos en mal estado, poco personal, y los relevos no se hacían en tiempo y forma. Esas circunstancias llevaban a un aislamiento mayor al esperado, y trajo sus consecuencias para algunos compañeros.
“El Estatuto del Guardaparque será para el bien de todos”
Se estuvieron reuniendo en las diferentes zonas de la provincia de las ANP para debatir y consensuar un proyecto de Estatuto del Guardaparque . ¿En su opinión, que debiera contener este estatuto?
Sería el Manual de Procedimiento, un régimen en el que quede plasmado todo lo que sabemos y hacemos, y que fortaleza otros aspectos que no están escritos, pero que debemos formalizar para que todos tengamos reglas claras.
Desde cómo se debe trabajar, cuáles son nuestros derechos y obligaciones y cuáles las del Estado Provincial. De esta forma, a todos les facilita la tarea, ya que todos tendremos el mismo mensaje, desde el gobernador para abajo, a todos.
Todos sabremos lo que tenemos que hacer y qué normas cumplir. Si somos profesionales, no podemos salir de esa línea establecida en el Estatuto, y si lo hacemos, debemos ser sancionados como corresponde. Son pequeñas grandes cosas que siempre nos faltó, y entendemos que es el momento de avanzar en este estatuto.
Lo tiempos cambiaron. Antes también el respeto era otro entre los propios compañeros. Éramos como una familia, y también éramos pocos, Esto fue creciendo, por suerte. Y el mundo necesita abordar más custodios para los recursos naturales, porque la demanda de protección de los recursos seguirá creciendo, y nosotros desde Misiones tenemos que estar preparados para eso.
La presión sobre las ANP está muy avanzada, las políticas del mundo hacen que esto avance sobre las áreas, y en el corto plazo se tendrá que defender con mucha gente cada vez más preparada, instruida, formada. Las leyes para aplicar las tenemos, hay un incremento importante de herramientas que defienden el ambiente. Todo eso se puede acompañar con ese Manual de Procedimiento del Estatuto de Guardaparque.
Las reuniones se hicieron en las tres zonas, y se presentará el proyecto para que pase ser un tema en la agenda política, que seguramente tendrá sus ajustes y observaciones.
Las y los guardaparques colaboramos con nuestra visión y parecer en el estatuto, fue un debate sano y amplio, se hablo mucho. Siempre hubo madurez para proponer este estatuto, ahora necesitamos que la Política de Estado entienda que esta herramienta es una necesidad y si hay voluntad esto se concretará.
Hay mucha gente preparada en la institución, y el estatuto es algo para el bien común, no solo para el guardaparque. Creo que si el guardaparque está bien, las ANP estarán con sus árboles en pie, y el ambiente protegido también. Insisto, ver todo ese bosque en pie con su biodiversidad es el premio de los guardaparques., pero hay que adaptarse a los cambios, habrá nuevos desafíos y para eso vamos a necesitar más custodios de la selva.
Nuestras expectativas están latentes siempre, de que estas leyes se sancionen tanto del Estatuto como de la Ventana Jubilatoria, por el bien de todos.
Fuente: ArgentinaForestal.com