En la Península Valdés, Chubut, se hallaron 21 ballenas muertas entre el 19 y el 29 de octubre, según informó el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral. Este fenómeno encendió las alarmas entre especialistas y autoridades debido a la posible relación con una floración algal nociva ocurrida en el Golfo Nuevo, que podría haber producido toxinas dañinas para los cetáceos.
El Ministerio de Turismo y Áreas Protegidas del Chubut, junto con otros organismos, está llevando adelante un operativo para remover los cuerpos de las ballenas varadas en áreas de difícil acceso, particularmente cerca de la localidad de Puerto Pirámides. En estas tareas colaboran la Dirección de Flora y Fauna, la Administración de Vialidad Provincial, la Administradora del Área Natural Protegida Península Valdés, el municipio local, la Red Fauna y operadores de avistaje de ballenas.
Las autoridades pidieron cautela respecto a las imágenes que circulan en medios y redes sociales, aclarando que muchas de ellas corresponden a un evento similar ocurrido en 2022, cuando la mortandad fue aún mayor. La situación actual, aunque preocupante, está siendo manejada con protocolos específicos para evitar la propagación de desinformación y alarmismo.
Uno de los casos más críticos de este evento se dio en Piedra Guacha, donde cuatro ballenas quedaron varadas. Equipos técnicos y científicos acudieron de inmediato para realizar necropsias y recolectar muestras que permitirán confirmar si la causa de la muerte fue el consumo de algas tóxicas. Según el informe del Programa de Monitoreo Sanitario, estas floraciones algales, aunque dispersas, representan un riesgo latente en las zonas de alimentación de las ballenas, especialmente durante su estancia en el Golfo Nuevo.
La problemática de los varamientos no es exclusiva de Chubut. En agosto pasado, pescadores de la provincia de Buenos Aires hallaron una ballena jorobada muerta en la costa del Río de la Plata, entre las localidades de Berisso y Magdalena. Según la doctora en biología Alejandra Romero, del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos “Almirante Storni” (CIMAS-CONICET), el ejemplar presentaba un avanzado estado de descomposición, lo que indicaría que habría muerto días atrás en el mar y fue arrastrado por las corrientes.
Romero destacó que, debido a la recuperación de la población de ballenas jorobadas en el Atlántico sudoccidental, con una estimación de 25.000 ejemplares, es más común encontrar animales muertos. Además, recordó un evento reciente en el que una ballena jorobada fue encontrada con vida en el Canal 15, Partido de Castelli, en julio pasado.
Investigación en curso
Mientras se espera la confirmación de los análisis toxicológicos, la comunidad científica y las autoridades continúan monitoreando la situación. Las necropsias serán clave para determinar si las toxinas generadas por las floraciones algales fueron la causa principal de la muerte de las ballenas.
El fenómeno evidencia la vulnerabilidad de estos cetáceos frente a los cambios ambientales y subraya la necesidad de reforzar las estrategias de conservación en áreas protegidas como la Península Valdés, un santuario natural clave para la reproducción y alimentación de la ballena franca austral.
Sabemos que también la contaminación, el calentamiento del mar y la sobreexplotación de los recursos marinos están alterando los delicados equilibrios del Mar Argentino y el Atlántico Sur. Proteger y garantizar la salud de los océanos, ayuda a incrementar el turismo en un área calificada como Patrimonio Mundial Natural y no perder biodiversidad.
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)