Las enfermedades transmitidas por mosquitos matan a más de un millón de personas e infectan hasta 700 millones cada año, a razón de casi una de cada diez personas. Y eso se intensificará a medida que el cambio climático en la Tierra continúe y se agrave.
Es que a medida que el planeta se calienta, se alarga la temporada de mosquitos. Así, una de las criaturas más mortales del mundo, por su capacidad para transmitir enfermedades, expandirá su rango geográfico a nuevas regiones y volverá a emerger en áreas donde su número había disminuido por décadas.
Patrones climáticos extremos tales como sequías, olas de calor, inundaciones y precipitaciones están aumentando en severidad y regularidad a través del mundo. Todo esto genera condiciones favorables para que los mosquitos se reproduzcan y podría contribuir a la propagación de sus virus a latitudes y altitudes mayores.
Basándose en datos que abarcan los últimos 120 años, científicos del Centro Médico de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) han descubierto que los mosquitos responsables de la transmisión de la malaria en África se están extendiendo más profundamente en el sur de África y a mayores elevaciones que las registradas anteriormente.
Los investigadores calculan que las poblaciones de mosquitos Anopheles del África subsahariana han ganado una media de 6,5 metros de altitud al año, y que los límites meridionales de su área de distribución se han desplazado 4,7 kilómetros al año hacia el sur del Ecuador, según publican en la revista Biology Letters.
“Esto es exactamente lo que esperaríamos ver si el cambio climático ayuda a estas especies a llegar a partes más frías del continente -explicó Colin Carlson, profesor asistente de investigación en el Centro de Ciencias de la Salud Global y Seguridad en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown y autor principal del estudio-. Si los mosquitos se están extendiendo por estas zonas por primera vez, podría ayudar a explicar algunos cambios recientes en la transmisión de la malaria que, de otro modo, han sido difíciles de rastrear hasta el clima”.
La conclusión de la investigación es que los mosquitos que trasmiten la malaria en África se están extendiendo a otras zonas por el cambio climático. El mundo es al menos 1,2 grados Celsius más cálido que en el periodo preindustrial. A medida que el planeta se calienta, las plantas y los animales, en particular los invertebrados, buscan temperaturas más frías, ya sea moviéndose a altitudes más altas o acercándose a los polos. En 2011, los científicos estimaron que las especies terrestres se desplazaban hacia arriba a un ritmo de 1,1 metros por año, y hacia latitudes más polares a 1,7 kilómetros por año, lo que hace que el movimiento de los mosquitos sea un cambio relativamente rápido en comparación.
Las garrapatas que transmiten la enfermedad de Lyme, por ejemplo, están expandiendo dramáticamente su área de distribución en el norte de los Estados Unidos. Los murciélagos también están en movimiento, y con ellos las enfermedades que transmiten, como la rabia. Los investigadores se centraron en los mosquitos del género Anopheles tanto por su capacidad para propagar la malaria como por la existencia de un conjunto de datos históricos único que rastrea sus movimientos. Carlson señaló que es probable que otras especies se desplacen de forma similar, pero que en futuras investigaciones habrá que tener una idea de lo que ocurre en distintas regiones o con distintas enfermedades para obtener una imagen lo más completa posible.
“Tendemos a suponer que estos cambios están ocurriendo a nuestro alrededor, pero la base de pruebas es bastante limitada -indicó Carlson-. Si estamos replanteando la biovigilancia para la vida en un planeta más caliente, gran parte de ella tendrá que consistir en vigilar el movimiento de los animales”.
Y señaló que su equipo ha estado aprendiendo mucho sobre las modificaciones de la biodiversidad a largo plazo gracias a los profundos registros históricos de salud pública. “Sabemos muy poco sobre cómo afecta el cambio climático a la biodiversidad de invertebrados. La salud pública nos está dando una ventana poco común sobre cómo algunos insectos podrían estar prosperando en un clima cambiante, incluso si son malas noticias para los humanos”, precisó el experto.
Expansión de enfermedades
El cambio climático también aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos de maneras menos obvias, dijo la doctora Katie Anders, epidemióloga y directora de evaluación de impacto en el World Mosquito Program (WMP): “Por ejemplo, cuando los hogares almacenan agua como respuesta a la sequía, esto puede incrementar los sitios locales de reproducción de mosquitos y el riesgo de enfermedades. El cambio en el uso de la tierra puede impulsar la migración a las ciudades, incrementando la población en riesgo de brotes explosivos de dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos.”
Las enfermedades transmitidas por mosquitos – ya endémicas en el África Subsahariana, el Sudeste Asiático y América Latina – se están reestableciendo en poblaciones de diferentes partes del mundo. El Sistema de Alerta Temprana de Enfermedades Transmitidas por Mosquitos (Early Warning System for Mosquito Borne Diseases – EYWA) muestra una trayectoria ascendente en Europa, con los casos de malaria aumentando en un 62% y dengue, Zika y chikungunya en un 700%. Inundaciones extremas en Alemania, el año pasado solamente, mostraron un aumento del número de mosquitos de hasta diez veces las estimaciones usuales.
El sur de Australia es otro ejemplo reciente de mosquitos expandiéndose a nuevas geografías. La región está lidiando actualmente con su primer brote importante de encefalitis japonesa, una infección transmitida por mosquitos más comúnmente hallada en el sudeste asiático rural y las islas del Pacífico. Los científicos creen que el cambio climático ha creado una potencial “tormenta perfecta”, que permite al virus avanzar hacia el sur y establecerse en el país.
Aunque hay más de 3 mil especies de mosquitos en el mundo, las enfermedades más graves tales como dengue, chikungunya, Zika y fiebre amarilla son transmitidas solo por dos: Aedes aegypti y Aedes albopictus (también conocido como mosquito tigre asiático). Se estima que el dengue, la enfermedad transmitida por mosquitos de propagación más rápida en el mundo, infecta a más de 390 millones de personas por año, con más de la mitad de la población del mundo actualmente en riesgo.
En Argentina, el Ministerio de Salud lanzó una alerta ante el aumento de casos de dengue y fiebre chikungunya semanas atrás, por el crecimiento de estas enfermedades en los países vecinos como Paraguay y Brasil. Se trata de esta manera de evitar el triste récord que Argentina registró en la temporada 2019-2020, con casi 60 mil casos.
Un estudio reciente, conducido por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus sigla en inglés), predijo que más de ocho mil millones de personas podrían estar en riesgo de malaria y dengue para 2080. La investigación encontró que los aumentos de la temperatura global podrían alargar las temporadas anuales de transmisión en más de un mes para la malaria y cuatro meses para el dengue a lo largo de los próximos 50 años. Esto está basado en proyecciones de crecimiento de la población en 4 mil 500 millones a lo largo del mismo período y un aumento de la temperatura de 3,7°C para 2100.
Un artículo publicado en Nature Reviews informa además cómo una mayor conectividad global presenta factores de riesgo únicos para la propagación de enfermedades infecciosas, permitiendo a los patógenos (microorganismos que pueden causar enfermedades) viajar más lejos y más rápido que nunca antes.
Tratado Global de los Océanos: un acuerdo para proteger las aguas internacionaleshttps://t.co/eiL67Y651H
— Valor Ambiental (@ValorAmbiental1) February 21, 2023