La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP27 arrancó este lunes una semana decisiva de negociaciones, enmarcada en una división persistente entre los países ricos, responsables históricos del calentamiento global, y las naciones en desarrollo, que reclaman más dinero para afrontar los estragos del cambio climático.
Las casi 200 delegaciones reunidas en el balneario egipcio de Sharm el Sheij seguirán debatiendo la conformación de un fondo específico en el que los países más ricos paguen para cubrir los daños ambientales y pérdidas sufridas por los pobres, más vulnerables al cambio climático, un mecanismo para el que el plazo de creación es 2024.
«Queda mucho trabajo por delante si queremos obtener resultados significativos. Hay que cambiar de velocidad», pidió el canciller egipcio y presidente en ejercicio de la COP, Sameh Shukri, en su discurso de balance de las negociaciones globales, informó la agencia de noticias AFP.
El canciller anunció una intensificación de las conversaciones para intentar dejar «pocos temas abiertos» el miércoles por la noche, y entrar en la recta final.
La COP27 se cierra oficialmente el viernes próximo.
John Kerry, representante de Estados Unidos -uno de los dos países más contaminantes del mundo- advirtió que su país no aceptará una «estructura legal» que sea sinónimo de «compensaciones» por el cambio climático.
Ese concepto hace temer a los países ricos denuncias futuras de los países pobres ante la justicia.
Horas antes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había asegurado que el compromiso de su administración para combatir el cambio climático es «inquebrantable» y que está en condiciones de decir que su país cumplirá sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.
El negociador de Ghana, Henry Kokofu, que viajó en nombre del Climate Vulnerable Forum, que aglutina a casi 60 países, pidió «no abandonar el combate», y planteó que «hay que empujar y empujar más fuerte».
Colombia está igualmente defendiendo que se le condone deuda a los países en desarrollo, a fin de darles espacio fiscal para su acción climática.
Aparte de la cuestión de daños y pérdidas, las naciones en desarrollo denuncian que los países más industrializados han incumplido su promesa de entregarles cada año 100.000 millones de dólares para ayudarlos a adaptarse a los efectos del cambio climático y recortar sus emisiones.
La presidencia alemana del G7 y unos 60 países vulnerables lanzaron este lunes en la COP27 un «Escudo Global» para luchar contra los efectos del calentamiento, que por el momento ha recaudado unos 215 millones de dólares y tendrá a Costa Rica entre sus primeros beneficiarios.
El recientemente electo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, muy esperado tras el período Bolsonaro, hará acto de presencia este miércoles y jueves, cuando tiene previstos al menos cuatro eventos públicos en los que espera demostrar, según su exministra de Medio Ambiente Marina Silva, presente en Sharm el Sheij, que «Brasil recobra el protagonismo ambiental en el espacio multilateral».
En la anterior conferencia de la ONU sobre el cambio climático, hace un año en Glasgow, los países se habían comprometido a mantener el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París de 2015: contener el alza de la temperatura en 1,5 ºC a final de siglo respecto a la era preindustrial.
Ese compromiso pasaba por aumentar los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero antes de la cita en Egipto.
Sin embargo, desde entonces, apenas una treintena de países lo hicieron, cuando el planeta va camino de conocer un calentamiento de al menos 2,4ºC, según la ONU.
En esta primera semana no hubo anuncios en ese sentido, con la excepción notable de México, que aumentó de un 22 a un 35% su objetivo de reducción de emisiones de aquí a 2030.
«Cada uno parece estar ahora esperando a los demás, y considera que ya ha hecho su parte», comentó Pierre Canet, de la oenegé WWF.
Según varios observadores, China, el mayor emisor mundial, y Arabia Saudita, potencia petrolera, han manifestado de nuevo sus reticencias a que la declaración final mantenga el objetivo de +1,5°C, e insisten en que se privilegie el objetivo principal del Acuerdo de París de contener el calentamiento global «claramente por debajo de +2 ºC».